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PROA A LA MAR

EDUCAR EN VALORES

JAVIER

La preocupación por la corrupción es el segundo problema sentido por los españoles, inmediatamente después del paro, como refleja el último barómetro del CIS de noviembre pasado. Y lo es no tanto por la extensión del problema, sin duda grave, como por la percepción social del mismo como consecuencia de la transparencia que las tecnologías de la información y la indignación ciudadana están incorporando a la evolución de la sociedad.

El último ranking publicado por Transparencia Internacional hace unos días sobre percepción de la corrupción en el sector público, sitúa a España en el puesto nº 37 del mundo en cuando a honestidad, al que hemos caído desde el puesto 23 en 2006, cuando todos los países de nuestro entorno se mantienen en las primeras 20 posiciones.

Estoy convencido de que no es justo generalizar. Ni todos son corruptos ni todo está tan mal, aunque sea un problema serio. La corrupción es individual y en mi opinión hay que abordarla desde dos planos diferentes: de modo inmediato, erradicar este tipo de comportamientos con medidas legislativas y judiciales; y con visión de futuro, comenzar a trabajar en los fundamentos de la educación de los más jóvenes.

Decía la catedrática de Ética Victoria Camps, que la misión de la educación es transmitir conocimientos integrados en una cultura y una dimensión ética, en la que son fundamentales los valores que permiten construir un mundo mejor a partir del compromiso compartido del estado, las empresas y las personas. Y desde hace varias décadas, nuestro sistema educativo se ha ocupado mucho más de la transferencia de conocimientos que de inculcar los valores que faciliten la convivencia, la justicia, la solidaridad, la tolerancia o la honestidad. Es la única forma de avanzar, de mejorar nuestra competitividad social, fundamento imprescindible de la empresarial. Y sin duda desde la empresa tenemos mucho que aportar definiendo y extendiendo culturas basadas en valores sólidos, que contemplen a la persona en el centro de la actividad. El ejemplo de los directivos es piedra angular en esa transformación que nos permita, además, crecer de manera sostenible. Incidir en esta oportunidad para las empresas e instituciones alicantinas compromiso del Círculo.

* Javier Fur es presidente del Círculo de Economía de Alicante

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