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El referéndum sobre Europa angustia y polariza a la sociedad griega
En un último alarde de populismo, el primer ministro, Alexis Tsipras, pidió «el "no" de la Grecia de la dignidad a la Europa de la dominación»


Polarizados, confundidos y profundamente angustiados se enfrentan este domingo los griegos al voto más decisivo de su vida. La división lograda por el primer ministro Alexis Tsipras con su decisión de convocar un referéndum este domingo sobre la aceptación o no de planes de los acreedores, se hizo patente este viernes con las dos manifestaciones de signo opuesto que se celebraron en el centro de Atenas y de forma simultánea.
Llega este final agónico de una semana terrible para la población con los bancos cerrados, los griegos en colas interminables ante los cajeros para sacar un máximo de 60 euros, los jubilados en pánico, el impago al FMI y la confirmación oficial por parte del Fondo de Rescate Europeo de que Grecia ha quebrado. La incertidumbre es absoluta y nadie sabe realmente qué sucederá el lunes, cualquiera que sea el resultado que surja de las urnas.
Unos dicen que el «no» traerá una solución inmediata. Para otros ese «no» supondrá el suicidio y la salida del euro. Para unos el «sí» es el comienzo de una relación razonable con Europa que Tsipras ha destruido. Para otros sería el infierno de entregar un cheque en blanco a una cruel e implacable Troika que se ensaña con los griegos más débiles y solo piensa en robarle dinero y libertad a Grecia.
En la Plaza de Sintagma, el primer ministro hizo este viernes un último gran alarde de su capacidad oratoria y su indiscutible maestría populista para enardecer a una gran multitud con su demanda de «un "no" de la Grecia de la dignidad y la democracia contra la Europa de la dominación».
Tsipras sabe que se juega su propio futuro político
Las afirmaciones del primer ministro y de Varufakis de que ya tenían prácticamente apalabrados los acuerdos en Europa y solo necesitaban ese voto negativo han sido bruscamente desmentidos tanto por el presidente de la Comisión, Juncker, como por el presidente del Parlamento Europeo, Schulz, que las han tachado de «invenciones».
Syriza había convocado a ese último mitin por el «no» para acabar con «el chantaje y la imposición» de los organismos internacionales, de la Unión Europea y los acreedores. Pidió Tsipras el «oxi» (no) para poder acudir con fuerza a Bruselas para imponer un acuerdo a sus socios europeos. A los que cada vez más abiertamente trata el partido Syriza como enemigos.
Muy igualados
Así ha tratado Syriza también a los partidos de la oposición tachados de agentes de las fuerzas extranjeras hostiles a la dignidad del pueblo griego. Estos habían convocado a su propio mitin no lejos de allí, en el viejo estadio olímpico. Y acudieron en similar número, con lo que cimentaban la impresión de que los dos campos están de hecho muy igualados, como indican unos sondeos que dan de hecho un empate técnico a «sí» y «no».
Los partidarios del «sí» advertían este viernes contra la catástrofe histórica que supondría el triunfo del «no», que muchos ven como la salida definitiva del euro. Y la caída de Grecia en una peligrosa deriva fuera de la disciplina y el paraguas de la instituciones europeas. En una negra noche en la que se podrían convertir en realidad los planes totalitarios que muchos adivinan en la extrema izquierda de Syriza. Como también en las otras fuerzas que han apoyado este referéndum que han sido el ultraderechista socio gubernamental Anes y los neonazis de Amanecer Dorado.
La situación está muy igualada y nadie se atreve a hacer ningún vaticinio. Todas las fuerzas y personalidades democráticas no extremistas se han manifestado en favor del «sí» con inmensa vehemencia. Pero nadie sabe entre ellos si será suficiente dado el inmenso agotamiento de gran parte de la población tras cinco años que consideran una permanente humillación.
Manejan con maestría el resentimiento, nacionalismo y el victimismo
Cuando acudan el domingo a los colegios electorales los menos recordarán haber votado en 1974, cuando se votó la abolición de la monarquía. Pero la permanencia o salida de la zona del euro por parte de Grecia, que es al final lo que se dirime en la consulta del domingo, es incomparablemente más grave y dramática que aquel cambio de forma de Estado y su jefatura.

