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La Real Academia impulsa la «Colección de Clásicos Españoles»
Ciento once títulos integran la «Biblioteca Clásica de la Real Academia Española». Un regreso a nuestras fuentes cuyo último título, de momento, es «La vida del Buscón», de Quevedo
josé maría pozuelo yvancos
La gente conoce la Real Academia Española por el Diccionario, la Gramática y la Ortografía. En su primer glosario, llamado Diccionario de Autoridades (1726-1739), para fijar el significado de un vocablo acudía a su uso en los autores clásicos , Cervantes, Fray ... Luis de León, por citar algunos de los más seguidos. Esa sensibilidad hizo que la Real Academia se autoimpusiera en el artículo 4 de sus estatutos (1859) la misión de «preparar ediciones correctas y convenientemente ilustradas de nuestros poetas y escritores selectos de todos los siglos».
Azaña intentó crear una Biblioteca de Escritores Clásicos
Por fin tal empeño va a realizarse, ciento cincuenta años después, por la iniciativa reciente de acoger e impulsar como propia la «Colección de Clásicos Españoles» que Francisco Rico , miembro de la institución, comenzó en la editorial Crítica y continuó luego en Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, sello este último donde han empezado a salir las primeras ediciones de la nueva colección actualizada, desde la insuperable que Alberto Montaner ha hecho del Cantar de Mio Cid , hasta la de Fernando Cabo sobre La vida del Buscón, de Francisco de Quevedo.
Abril de 1936
En un artículo publicado en ABC el 18 de febrero de 1916, un año después de la muerte de Giner de los Ríos, el joven Ortega y Gasset celebraba que «se vuelva la vista a los valores literarios tradicionales, y que los viejos poetas sean vueltos a la vida , y que se hagan ediciones de los clásicos como antes no se habían hecho, y que surja una nueva escuela de filólogos y de críticos con un espíritu que antes no existía».
Una colección así, ciento cincuenta años después, seguía siendo necesaria
Obviamente se estaba refiriendo a la colección de clásicos que primero en La Lectura y luego en «Clásicos Castellanos» de Espasa Calpe emprendieron los discípulos de Ramón Mcenéndez Pidal, Américo Castro y Tomás Navarro Tomás, con una sistemática recuperación de clásicos en ediciones solventes en la que se comprometió toda la Escuela de Filología nacida al amparo del Centro de Estudios Históricos. Samuel Gili Gaya editó a Diego de San Pedro, J. Fernández Montesinos a Valdés, Navarro Tomás a Garcilaso y Américo Castro La Dorotea, de Lope. Ignoro si es por esa razón por la cual la Biblioteca de la Academia ha elegido esta obra como la primera de Lope de Vega que vea la luz en la nueva colección.
Como ha señalado José-Carlos Mainer , ha sido el espíritu liberal y no el conservador el que creó la necesidad de volver los ojos a la tradición literaria nacional , de forma que este desafío lo hizo suyo el propio Azaña, quien llevó al Gobierno de la República un decreto aprobado el 24 de abril de 1936, un día después de la conmemoración cervantina, para crear una Biblioteca de Escritores Clásicos que, por razones conocidas, no se llevó a cabo.
La mejor crónica
Llamo la atención sobre la idea de que la de la Academia tiene otro sentido que la hace distinta a una colección más. Se concibe no como una unidad, como un conjunto que retoma la vieja idea de establecer un soporte institucional para que la empresa no sea de esta editorial o esta otra, ese estudioso o aquel, que de una forma u otra hagan una edición de un clásico. Es una empresa tomada como visión de conjunto , por la que establecer las bases de una tradición española y americana hecha con ediciones sólidas que mantengan un criterio común, y realizadas por los filólogos jóvenes más solventes.
La Real Academia se autoimpuso en 1859 la misión de editar a los clásicos
Esa tradición se soporta con buen criterio desde el Mio Cid hasta Los pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán, en 111 volúmenes. Tiene a los clásicos más conocidos como el Lazarillo y La Celestina, ediciones a cargo del director de la colección, Francisco Rico, quien en la que entrega en 2012 del apócrifo fundador de la picaresca incorpora autocorrecciones notables respecto a posiciones propias, pero mantiene con coherencia el anonimato que da sentido al título .
Junto a estas más conocidas, algunas otras que serán novedosas para casi todos, como la magnífica Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, la mejor y más temprana crónica del Nuevo Mundo, pues de México trata cuando se refiere a Nueva España. Parece mentira , pero una colección así, ciento cincuenta años después, seguía siendo necesaria.
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