La pinacoteca avaló la exportación de la obra por su poco interés nueve meses antes de exponerlo atribuido al pintor sevillano
La venta en Londres de dos obras atribuidas a Bartolomé Murillo mientras se exponían en el Museo del Prado se complica. Según ha podido saber ABC, fue la propia pinacoteca la que emitió el informe —a petición del Ministerio de Cultura— en el que se recomendaba que se permitiera su exportación para venta puesto que valoraba «de manera muy tibia» su calidad. Las obras eran propiedad de la Galería Caylus y la solicitud de exportación se aceptó para esta pintura como «obra anónima del siglo XVIII o XIX».
Fuentes próximas a la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes Culturales —organismo del Ministerio de Cultura que dirime los permisos de salida y entrada de obras de arte en nuestros país, así como la compra de los bienes culturales por parte del Estado— han reconocido a ABC que el informe provino del Prado.
«No fue una excepción»
«Es lo que siempre se hace y este caso no fue una excepción. El Prado es quien tiene los más acreditados expertos para valorar una obra de pintura española de esa época y lo sometemos a su criterio. Si fuera contemporánea iríamos al Museo Reina Sofía», añade la citada fuente.
Otra fuente conocedora del informe recuerda la «tibieza» con la que se hablaba de la calidad de la obra. «La junta conoció el informe y luego votó favorablemente para su exportación». El permiso se concedió el 13 de septiembre de 2011 por un año exacto.
El departamento de Pintura del XVIII y Goya del Prado está dirigido por Manuela Mena y, aunque nadie quiere identificar al autor del informe, es lógico pensar que fuera ella, o alguno de sus colaboradores, quien lo remitiera a la Junta de Valoración. Paradójicamente, seis meses después, en marzo, Manuela Mena incluiría las dos miniaturas, por primera vez junto a obras de Murillo, como un acontecimiento en la exposición de dibujos de pintor.
«Una obra singular relacionada con dibujos», decía Mena en el catálogo, «se exponen aquí excepcionalmente estas miniaturas para apreciar en directo lo que se pueden considerar como expresiones marginales del arte de Murillo, no por eso de menor interés». A las citadas fuentes les cuesta pensar que «la misma dirección científica que recomendó su venta y conoce que están en proceso de exportación permitiera que, además, las pinturas se incluyeran en una muestra del Prado», y reconocen la presión al alza que algo así ejerce sobre el mercado.
Pero es lo que ocurrió el 29 de junio de este año, cuando las miniaturas entraron en la muestra de Murillo y Justino de Neve, que ahora viajará a Sevilla. Y solo dos días antes de acabarse el plazo dado por la Junta para exportar «una obra anónima», las pinturas desaparecieron del Prado durante una semana, volaron en avión a Londres, fueron vendidas y regresaron, con un nuevo dueño. Se desconoce la diferencia entre el precio final y los 30.000 euros que Caylus esperaba lograr. Hay quien asegura que, como Murillos, «podrían alcanzar los 600.000 euros, tal vez más».
Las citadas fuentes cercanas a la Junta subrayan que la ley y los plazos se han cumplido escrupulosamente (por dos días) por todas las partes, aunque reconocen no obstante, que algo rechina: «No es normal que un cuadro salga del Prado hacia Londres para venderse en plena exposición. Lo deseable es firmar contratos con duras cláusulas para que las obras que incluye en sus muestras no puedan venderse al alza bajo un “efecto Prado”. Es un error que un museo tan importante no se puede permitir», añaden.
