Bill Clinton: El retorno de Elvis
Pese al enfrentamiento que protagonizaron hace cuatro años por culpa de Hillary, el expresidente vuelve a la arena política con un fervoroso respaldo a Barack Obama
pedro rodríguez
En las presidenciales de 1992, Bush padre se refería despectivamente a Bill Clinton como «gobernador Elvis» , en referencia a los notorios excesos de su rival de Arkansas. La Prensa más irónica incluso llegó a identificar al carismático político sureño como «Elvis con ... una calculadora» , recalcando sus grandes apetitos y todavía mayores ambiciones. Y el caso es que doce años después de terminar su intensa etapa en la Casa Blanca, toda esa fama de excesos brillantes y nostalgia contagiosa sigue acompañando al marido de Hillary, más delgado que nunca y con mayor popularidad que cualquier otro ocupante del despacho oval con vida.
Hasta el mismísimo «New York Times» no ha dudado este mes en hablar del retorno de Elvis para referirse a la última reencarnación política de Bill Clinton a los 66 años. Estos días, el maestro de los «encores» en la vida pública de Estados Unidos -con más reinvenciones a cuestas que Madonna- ejerce no solo como un viviente Ronald Reagan para el Partido Demócrata sino que además se ha convertido en protagonista excepcional de la campaña en curso para conseguir la reelección de Obama .
Entre abrazos públicos, estrecha coordinación y superlativos elogios mutuos, nadie diría que hace cuatro años Bill Clinton y Barack Obama se enfrentaron con bastante mala sangre durante la frustrada campaña de Hillary para convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos. En aquellas memorables primarias, el ex presidente llegó a descalificar la candidatura de Obama -por entonces un recién llegado a la primera división de la política americana- como el mayor «cuento de hadas nunca visto». Además de reprocharle ser un candidato marginal que restaba el voto de los afroamericanos a otras figuras más viables como su esposa.
Extrañas parejas
Cuatro años después, la política ha cumplido con su fama de generar extrañas parejas de cama. Y aquel enfrentamiento, con cierto tufo de racismo, ha quedado relegado a las hemerotecas y el YouTube. A diferencia de la cuarentena electoral que en su momento le impuso Al Gore, Bill Clinton ha tenido su momento estelar en la última convención nacional de su partido. Y ya ha empezado a protagonizar mítines a favor de Obama en jurisdicciones decisivas como Florida. Con el argumento fundamental de que para volver a la paz y prosperidad de los noventa hace falta mantener a un demócrata en la Casa Blanca.
En una política tan reñida casi por definición como la de Estados Unidos, los republicanos no han perdido tiempo a la hora de intentar transformar esta resurrección en un argumento contra Obama. El conservador Newt Gingrich, pese a su propio historial de antagonismo extremo con Bill Clinton, ha hablado del marido de Hillary como un «presidente real» que contrasta con un Obama «impostor». La campaña de Mitt Romney incluso ha recuperado en forma de anuncios de televisión la bronca del cuento de hadas de hace cuatro años.
Con su incapacidad para pasar desapercibido, Bill Clinton (que retiene más de un 60% de respaldo popular y un reconocido virtuosismo a la hora de dar explicaciones) ha generado también algunos reproches entre los propios demócratas que consideran que su actuación está eclipsando al presidente que intenta ayudar. Aún así, la campaña de Obama defiende este fichaje porque, sobre todo, aporta credibilidad instantánea a sus políticas de recuperación económica de cara a un segundo mandato. Como ha dicho David Axelrod, el destacado gurú electoral de la actual Casa Blanca, la idea es utilizar a Bill Clinton todo lo posible antes de la cita con las urnas prevista para el próximo martes 6 de noviembre.
Buenas vibraciones
La sintonía entre Barack Obama y Bill Clinton habría empezado a forjarse a finales del pasado verano durante una orquestada cita a las afueras de Washington para jugar al golf, deporte que ha enganchado a ambos presidentes. Todas estas buenas vibraciones dinásticas se habrían visto favorecidas también por las indicaciones de que Hillary Clinton no aspira a más y quisiera terminar en 2013 su carrera. Según ha dejado saber la secretaria de Estado: «Después de veinte años en la cuerda floja de la política americana y todos los retos que han venido con ello, sería probablemente una buena idea descubrir todo lo cansada que estoy». Elvis, sin embargo, quiere seguir siendo el «King» mientras el cuerpo aguante.
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