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El salvavidas se llama Bernanke

La Reserva Federal de EE.UU. estudia aplicar nuevos estímulos monetarios en vísperas de las elecciones

El salvavidas se llama Bernanke

j. tahiri/l.p. arechederra

Desde la II Guerra Mundial, ningún presidente de los Estados Unidos ha sido reelegido con una tasa de desempleo superior al 8% . Este dato pesa como una espada de Damocles sobre la campaña electoral y sobre el presidente Barack Obama . El dato del paro de agosto alenta la posibilidad de nuevos estímulos monetarios: a pesar de crear 96.000 empleos, estos fueron menos de los previstos. Y la tasa de desempleo continúa por encima de la frontera de los ocho puntos al situarse en el 8,1%.

«El comportamiento de la economía estadounidense está lejos de ser satisfactorio», apuntó el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, en la clausura de la cumbre de Jackson Hole la pasada semana. Las previsiones de crecimiento para 2012 arrojan un dato del 2%. En este contexto, Bernanke señaló que suministrará «un nuevo estímulo en política monetaria según sea necesario para promover una recuperación económica más fuerte». Medidas que podrá aplicar en la reunión de la Reserva Federal de este miércoles y jueves.

Si bien la Reserva Federal es independiente del Gobierno, su doble mandato abre la puerta a nuevos estímulos. Mientras el BCE tiene un cometido único que le obliga a asegurar la estabilidad de precios, el del regulador norteamericano es doble. Además de controlar la inflación, debe promover el pleno empleo por ley. Y se ha convertido en el único instrumento para ello. En el plano fiscal, el Ejecutivo demócrata tiene las manos atadas en el Congreso desde que perdió las elecciones legislativas ante el Partido Republicano en 2010. Con un déficit fiscal para 2012 estimado en un 7,3% por la Oficina de Presupuesto del Congreso y ante la minoría parlamentaria demócrata, un voto favorable republicano en el sentido de mayores estímulos se muestra lejano.

Ante este escenario, las miradas se dirigen a Ben Bernanke. El presidente de la Reserva Federal ya ha dado muestras de que es favorable a los estímulos monetarios. Desde el inicio de la crisis, la Reserva Federal ha comprado cerca de dos billones de dólares en bonos de deuda norteamericana. La respuesta monetaria a la crisis comenzó en diciembre de 2008, cuando la Fed adquirió 600.000 millones en activos hipotecarios con el objetivo de bajar los intereses de las hipotecas en el mercado inmobiliario estadounidense y facilitar el acceso a crédito para aquellos que lo solicitaran. En marzo de 2009 amplió esta cantidad hasta 1,25 billones de dólares y compró 300.000 en bonos del Tesoro estadounidense a largo plazo durante seis meses. Este primer paquete de medidas que buscaban inyectar liquidez a una economía renqueante recibió el nombre de Quantitative Easing (QE1) y se mantuvo hasta marzo de 2010.

Ante el «decepcionante y lento» avance de la economía, en palabras de Bernanke, en noviembre de 2010, la Reserva Federal activó el segundo programa de expansión monetaria, conocido como QE2, y adquirió 600.000 millones de euros en bonos del Gobierno. En septiembre de 2011 y ante una incipiente recuperación, la Fed moderó el enfoque y aplicó la llamada «operación twist» , un programa de cambio de 400.000 millones de dólares de bonos de deuda a corto plazo por otros a largo plazo para rebajar la rentabilidad de la deuda norteamericana y empujar a los inversores a activos más rentables, como las empresas.

Efectos inciertos

«Hay una norma no escrita por la que antes de unas elecciones presidenciales, la Reserva Federal hace todo lo posible para que salga reelegido el presidente», afirma Rafael Pampillón , director de Análisis Económico del IE Business School y catedrático de la Universidad San Pablo CEU. «Si Bernanke decide una QE3 será antes de las presidenciales, y yo creo que los datos de EE.UU. la justifican», añade Pampillón. Cornelius K. Hurley, exconsejero de la Junta de Gobernadores de la Fed y hoy director del Center for Finance, Law and Policy de la Universidad de Boston, augura que la Fed impulsará una QE3 en su reunión de esta semana, basándose en «los decepcionantes datos de paro» de agosto y en el discurso de Bernanke en Jackson Hole. Y lamenta la división del sistema político que impide adoptar «medidas fiscales».

De acuerdo a un informe del FMI, ambas QE han tenido un amplio impacto al bajar el interés de las hipotecas y de los bonos de deuda norteamericana. Pero la situación económica es preocupante: Hurley afirma que el país está «potencialmente a las puertas de la recesión» . Explica que los bancos «que fueron rescatados por el Gobierno no están dando créditos» y que el país afronta fechas decisivas que siembran incertidumbre sobre el crecimiento. «Nunca sabremos los efectos de las QE en la economía real, pero en su momento evitaron un desastre», afirma Juan José Toribio, profesor emérito de Economía en IESE. Hurley coincide: el criterio del éxito está «en lo que no ha sucedido».

Sin embargo, Bernanke podría tener los días contados en su cargo: Mitt Romney ha anunciado que, si es elegido, reemplazará a Bernanke en su cargo. Aunque su mandato expira en enero de 2014. Mientras, la economía está en sus manos.

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