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Manoel de Oliveira y su antípoda, Harmony Korine

La película del portugués no se traga fácilmente, pero era el mejor antídoto después de ver la «modernuqui» del americano

Manoel de Oliveira y su antípoda, Harmony Korine efe

oti r. marchante

Si Harmony Korine ve la película de Manoel de Oliveira antes de hacer la suya, deja el cine y se dedica al paracaidismo o la fontanería. Y si Manoel de Oliveira tropieza con la de Harmony Korine, se cae redondo y lo que no han conseguido ciento cuatro años, uno detrás de otro, lo logra de un tajo el cine modernuqui del director americano. Lo de Korine, «Spring breakers» , es un no parar, mientras que lo de Oliveira, «O Gebo e a sombra» , es un no arrancar: el cineasta portugués se clava él y su cámara, no corta el plano ni para el turno de comer, sus actores van de corrido… No malgasta ni un euro ni un esfuerzo... A su edad, hacer una película ya es un milagro, y si encima está escrita con gusto y con sentido de su cultura y tiempo, pues dos milagros. Escoge una obra de Raul Brandao y cuenta una fábula de hijo pródigo, con la cámara absorta en el mismo plano sobre Michael Lonsdale, Claudia Cardinale, Jeanne Moreau y sus habituales Cintra, Leonor Silveira y Ricardo Trepa.

La película se hace bola, no se traga fácilmente, como esas carnes con mucho nervio, pero el texto y la interpretación eran el mejor antídoto después de ver «Spring breakers» . En realidad, si aún no se hubiera inventado la palabra «gilipollez», lo de Korine sería un buen detonante para el invento: se centra en las peripecias de cuatro jovencitas durante las vacaciones entre drogas, alcohol, sexo multitudinario, música para sordos y centenares de «pepitos piscina» en las playas de Miami. Con esfuerzo consigue uno entender las bobadas que dicen, mientras que la cámara te golpea por dentro las sienes y la fiesta es constante y sonante… Probablemente, el argumento quiere decir que la juventud es un virus que hay que pasar, a ser posible en bikini. Por subrayar algo de ella, podría decirse que Selena Gómez y James Franco con los dientes forjados como Mike Tyson tienen dos o tres escenas entre el miedo y la risa.

La competición se adornó también con lo último de Marco Bellocchio , «Bella adormentata» , hecha muy al modo Bellocchio que tanto pega en la sobremesa. La historia trata con ínfulas morales el caso de Eluana Englaro, que estuvo en coma 17 años y llegó hasta el Parlamento la polémica sobre si seguían manteniéndola viva artificialmente o no. Bellocchio se centra en las dudas de un senador sobre votar en conciencia y en contra de su partido político, y en una serie de flecos de la historia mayormente absurdos.

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