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Fandiño, «torero de hierro»

Anota Antonio Fernández Casado más de cuatrocientos diestros vizcaínos (matadores o novilleros) que torean con firmeza y valentía... Digno heredero de ellos es, ahora, Fandiño

efe

andrés amorós

En la Presidencia, el lendakari, Patxi López . (Su presencia es tradicional, en esta fecha, todos los años; pero, en las actuales circunstancias, merece destacarse especialmente). En el ruedo, El Cid, de Sevilla; David Mora, de Madrid; Iván Fandiño, de Vizcaya, con antecedentes familiares en Galicia, vinculado a la Alcarria. Y toros de Jandilla, que pastan en Extremadura. Todo ello se resume en un solo nombre: España.

Son hechos indiscutibles. Por supuesto que los toros son una Fiesta vasca: Mazzantini (de Elgóibar), Cocherito de Bilbao, Fortuna (de Sestao), los Chacarte (de Baracaldo), José María Recondo (de San Sebastián). Pero también son —¿cómo no?— una Fiesta de Sevilla, de Ronda, de Córdoba, de Barcelona, de Salamanca, de Valencia... De casi todas las regiones españolas.

¿Seguimos? Es también una Fiesta de Francia, de Portugal, de Méjico, del Perú, de Colombia, de Venezuela; de Orson Welles y Lord Tristan Garel-Jones; de los Clubs Taurinos de Milán y Nueva York, de la Peña «Los Suecos».... Como cualquier auténtico arte, es universal. Pero, en el mundo entero, les guste o no, todos la ven como seña de identidad española.

Muchos intentan ahora desmarcarse de Bildu, en este tema. Pero algunos cultivan la calculada ambigüedad: los partidos nacionalistas (PNV) y los que intentan acercarse a ellos (PSE). ¿Basta con decir, como Salvador Boix, que «las banderas han sido la mortaja del toreo, tanto en Cataluña como en San Sebastián»? No, porque se presta al equívoco. Hay que precisar más: las banderas de los que, simplemente, no se reconocen como españoles.

Lancea bien El Cid al primero, flojo y noble, por la izquierda (su lado bueno). Se ciñe Fandiño en chicuelinas. A la muleta acude andando, queriendo irse. Dibuja El Cid buenos naturales, pero no puede añadir la emoción que el toro no tiene. Mata con acierto.

Mide el castigo al cuarto Manuel Jesús Ruiz. Se luce con los palos Alcalareño, lo corre a una mano Boni. Brinda al público El Cid: lo llama desde el centro, dibuja buenos muletazos, aunque el toro se queda corto, rebrincado, le engancha a veces la muleta. Falla ahora con la espada.

Mansea en el capote el segundo, bien armado, flojo, pero va a más en la muleta. Fandiño le da espacio, aguanta con firmeza las embestidas inciertas, logra tandas de derechazos buenas de verdad: muy reunido, en un palmo de terreno. También le arranca naturales, aunque el toro tardea mucho. Faena de valor seco, auténtico. Gran estocada, entrando muy de frente: merecida oreja.

Flojea el quinto apenas lo pican: surgen protestas. Banderillea bien Pedro Lara. Brinda al público Fandiño. Aunque las caídas del toro deslucen, los derechazos son buenos, lo va sujetando con temple, vacía la embestida por completo en los de pecho. Las ajustadas bernadinas añaden el punto de calor necesario. Otra vez luce su estilo de gran estoqueador: otra oreja, menos rotunda que la anterior.

Recibe con largas de rodillas Mor a al tercero, otro toro justo de fuerzas pero de enorme nobleza. Saludan El Puchi y Víctor Manuel Martínez. Lo llama David desde el centro: el toro galopa con alegría, se suceden las series de muletazos, con la personal estética de este diestro, que acompaña con gusto las embestidas. Estocada corta de rápido efecto: oreja. (¿Igual premio que al Juli, la tarde anterior?). Y gran ovación al toro.

David Mora recibe flexionando la rodilla al último, otro toro muy noble. Lleva una cuadrilla eficaz. Brinda a Pilar Vega de Anzo: dibuja buenos muletazos, pero el toro se apaga pronto. Acierta al matar. Con un buen lote, ha mejorado su actuación del lunes.

La afición a los toros y la práctica del arte taurino no es patrimonio de ninguna región. Anota Antonio Fernández Casado más de cuatrocientos diestros vizcaínos (matadores o novilleros). Los llama « toreros de hierro» , por referencia a la industria y alusión a unos valores: firmeza, seguridad, valentía... Digno heredero de ellos es, ahora, Iván Fandiño. Para la afición bilbaína, es muy positivo que exista, de nuevo, un «torero de hierro».

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