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EL PULSO DEL PLANETA

Los gatos del Hermitage

El legendario museo de San Petersburgo utiliza guardianes felinos para evitar que sus valiosos cuadros puedan ser dañados por ratones

RAFAEL M. MAÑUECO

El Hermitage de San Petersburgo, la pinacoteca más grande del mundo, puso hace tiempo en funcionamiento la manera más tradicional de preservar su magnífico patrimonio del ataque de los roedores. Una «patrulla» constituida por 65 gatos es la encargada de poner a raya a los intrusos. Tres personas se dedican a tiempo completo a atender y alimentar a esos felinos.

Irina Popovets es la que se encarga de cuidarlos, si precisaran algún tipo de asistencia veterinaria. Ella los mantiene sanos y bien nutridos. «La sola presencia de los gatos es suficiente para ahuyentar ratas y ratones», afirma Popovets. Según sus palabras, «a veces tenemos que poner dinero de nuestros bolsillos para cubrir estos pequeños gastos, pero lo hacemos con gusto». Existe además un fondo benéfico llamado «amigos de los felinos del Hermitage», que aporta donativos.

Para fomentar la generosidad de los donantes, de vez en cuando se organizan exposiciones temáticas dedicadas a las pinturas en las que aparecen gatos y otros animales domésticos. Se dan sobre todo en la pintura flamenca y en la del renacimiento italiano. El Hermitage conserva también en su sección de arte egipcio una momia de gato.

«¡Atención, gatos!», advierte con ironía una señal ante la mayor pinacoteca del mundo

Y es que todos los años la dirección del museo rinde homenaje a las adorables y bigotudas criaturas que habitan los sótanos del inmenso Palacio de Invierno. Colegiales y estudiantes de las escuelas de bellas artes participan en un concurso de pintura, cuyos lienzos deben representar cualquier tipo de felino, desde leones a linces y, por supuesto, gatos. El certamen incluye también una exposición de fotografía.

El director del Hermitage, Mijaíl Piotrovski, señala que «los gatos se han convertido en una parte muy importante de la vida del museo y en una de sus leyendas más significativas». Piotrovski contaba en una ocasión que «el zar Pedro I el Grande trajo al palacio un gato que le regalaron en Holanda». Aquello fue a comienzos del siglo XVIII y, según el director del Hermitage, «fue entonces cuando comenzó nuestra historia de amistad con estos animales».

Existe la creencia de que los gatos ahuyentan los malos espíritus y son conductores de energía positiva. Los rusos están también convencidos de que su cercanía evita que te suba la presión arterial y ayuda a mantener una buena salud.

La emperatriz Catalina II, creadora del museo en 1764, dio orden de seleccionar a los mejores gatos cazadores de ratones. La soberana fue quien, por primera vez, otorgó a los felinos el estatus de «custodios» de las riquezas allí atesoradas. El Hermitage acumula en sus fondos unos tres millones de piezas pertenecientes a distintas épocas, civilizaciones y culturas. Solamente un 3% de todas esas obras están a la vista del público, pero los gatos cuidan de esas y, sobre todo, de las que están guardadas en los almacenes.

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