BALONCESTO
Cenicienta se traslada a Houston
Jeremy Lin, la gran sensación del último año en la NBA, cambia Nueva York por los Houston Rockets
andrés aragón
La NBA asistió en la madrugada del miércoles a una de las decisiones más esperadas desde el famoso fichaje de LeBron James por los Miami Heat . Los New York Knicks , en contra del deseo de buena parte de sus aficionados, dejaron ... marchar a Jeremy Lin con destino a Houston . Se escribía así un capítulo más de una carrera condenada a parecer un guión de película.
En sólo tres meses, el base de ascendencia taiwanesa pasó de ser «el chico de los recados» a la gran esperanza de una afición hambrienta. Aterrizó de improviso, como un completo desconocido y puso patas arriba el Madison Square Garden . Con sólo esos tres meses de muestra, los Knicks debían decidir si firmarle un contrato multimillonario. La respuesta ha sido negativa.
Sabedores del enorme gasto en salarios que Nueva York tiene comprometido para los próximos años, los Rockets atacaron donde más duele. Houston extendió a Lin un contrato por tres temporadas valorado en 25 millones de dólares , de los que 15 deberán pagarse el último año. Puesto que la NBA regula el gasto salarial de sus equipos y penaliza los excesos, los Knicks habrían tenido que hacer frente a una multa de hasta 28 millones dentro de tres años. Un riesgo desmesurado por un jugador que apenas ha jugado 60 partidos.
Por esta razón, puramente económica, la franquicia de la Gran Manzana ha dejado escapar a la gran sensación del último año. No en vano, por menos dinero ha cerrado la rotación de bases del próximo año con Raymond Felton , Jason Kidd y Pablo Prigioni . Mientras, Houston reaviva su conexión con el mercado asiático gracias a Lin.
Desde que en 2002 aterrizara Yao Ming (ya retirado por culpa de los problemas físicos), los Rockets disfrutan de un especial tirón en ese sector de aficionados. El mismo que obsesiona a David Stern y que un jugador de ascendencia taiwanesa ha despertado en los últimos meses .
Estrella... ¿Fugaz?
El fenómeno de Jeremy Lin ha sido fugaz, como lo parece todo al otro lado del Atlántico. Recién graduado por Harvard en 2010, ningún club se interesó por sus servicios. A duras penas consiguió un contrato temporal con los Golden State Warriors , donde alternó la primera plantilla con el equipo filial. Allí pasaría un año, hasta ser despedido el primer día de pretemporada en 2011. Fueron precisamente los Rockets quienes le rescataron, aunque sólo por un par de semanas. No pasaba el corte.
Apenas unos días más tarde los Knicks llamaron a la puerta. Debido a los frecuentes problemas de lesiones de algunos de sus bases, necesitaban alguien con quien completar la plantilla. Jugó lo esperado (muy poco) hasta febrero. Con el equipo neoyorquino en medio de una crisis de resultados y con sólo un base sano más en plantilla, el cielo se abrió para Jeremy Lin: el entrenador no tenía más opción que hacerle jugar.
Y así estalló el fenómeno. En el primer partido con buenos minutos, dinamitó el derbi contra los Nets con 25 puntos. Al siguiente partido ya salía en el cinco inicial; dos más tarde anotaba 38 puntos delante de Kobe Bryant ; desde 1976, un jugador no acumulaba tantos puntos en sus cinco primeros partidos como titular. Al final, siete victorias consecutivas que cambiaron la cara de unos Knicks depresivos.
En menos de dos semanas, Jeremy Lin pasó de ser un jugador ninguneado a un fenómeno global. Un jugador rápido, espectacular, decisivo en los momentos finales batiendo récords a la altura de los más grandes. La reacción fue unánime: la versión baloncestística de la Cenicienta , una historia prodigiosa que sólo podía pasar en Nueva York. Un matrimonio perfecto que ha encontrado un final abrupto.
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