Philip Treacy: «Los sombreros son perfectos para la recesión»

Él nos asegura que: «Las españolas eligen los sombreros más exquisitos, y menos conservadores» y que no dan abasto con la producción. España es uno de sus mercados más fuertes, pero no siempre ha sido así. «Hace 20 años nos decían que en España nadie usaba sombreros, y no había forma de venderlos» . Aquí entra en escena Doña Letizia. «Me llamó Miguel Palacio porque necesitaba que hiciese tocados a sus clientas para la boda real y desde entonces no hemos parado de vender en España». Más tarde llegó la boda de Kate Middleton y el Príncipe William, que le abrió el mercado internacional.

Su trabajo se puede considerar alta costura, aplicada a sombreros. No solo se elaboran a mano en su taller, sino que se hacen a medida. Pero sus piezas no deberían limitarse solo a bodas, y si le preguntas al diseñador, te dará mil razones para poner un sombrero en tu vida. La primera, y más importante es que te alegran el día. De hecho, Treacy tiene la teoría de que cuando la economía está mal, la gente usa sombreros . «Uno de los períodos cuando más se usaron sombreros fue durante la segunda guerra mundial. No tenían materiales para hacerlos y los realizaban con papel de periódico. Son perfectos para la recesión. Usar un sombrero te quita de la banalidad de la vida»… y te ayuda a relacionarte.

Los sombreros, y más los de Treacy, son una forma fantástica de empezar una conversación con gente que no conoces. Y si no, que se lo digan a la gran amiga del diseñador, la hoy difunta Isabella Blow, periodista de moda, estilista, descubridora de nuevos talentos y todo un icono de moda en Inglaterra.

Él mismo nos cuenta la anécdota. «Victoria Beckham invitó a Isabella a ver a David Beckham a un partido y Isabella me preguntó qué se podía poner. Yo le contesté «ponte a David Beckham»» refiriéndose a un tocado que tenía con la cara de David Beckham. Ella se lo puso y cuando conoció al jugador de fútbol le dijo: «David, te presento a David» señalando su tocado. Este tocado está hoy expuesto junto a otras treinta obras en su primera exposición retrospectiva en Madrid, en el espacio Beefeater.

Treacy está acostumbrado a tener clientas famosas y se mueve en un mundo que podría abrumar a muchos. Pero lejos de ser un divo, como otros diseñadores conocidos, es cercano, amable y lo más importante de todo: le sigue haciendo ilusión lo que hace, y lo que hace, lo hace con ilusión. Un claro ejemplo de su humildad y su frescura, es que viajó a Nueva York desde Londres en economy, para hacerle una prueba de vestuario a Madonna , para el famoso tocado de la Superbowl americana y volverse a las cuatro horas de aterrizar. «Necesitaba hacer un fitting (prueba) sí o sí, así que me dije que había peores cosas que tener que ir a Nueva York por cuatro horas para hacerle un fitting a Madonna. Todo depende de como lo mires,» dice sonriendo.

También tiene su propia forma de ver la moda actual. «Hoy en día ser diseñador no significa lo mismo que antes. No hay nada de elitista en ser diseñador. Hoy el aparcacoches puede convertirse en diseñador y triunfar. Antes era una profesión rara, ahora todo el mundo es diseñador». Las modelos son diseñadoras, las actrices son diseñadoras, las blogueras son diseñadoras… Él se centra en el fenómeno en Hollywood. «Érase una vez un Hollywood que tenía estilo, y hoy en día tiene estilistas», asegura. Porque un diseñador ya no tiene por qué ser un creador, puede ser alguien que plasma lo que ya ha visto en otro sitio. Pero ojo, no lo dice como crítica, lo dice como observación, porque hasta le parece un f enómeno curioso y genial.

Cómo será que lo de «todo el mundo puede diseñar» se ha convertido en una broma con su amiga Lady Gaga . Tuvieron una conversación donde él le dijo: «¿no te parecería gracioso si le preguntasen a una actriz en la alfombra roja por su vestido y dijese «lo he hecho yo, en casa»?». A los pocos días Lady Gaga le mandó unas flores con una nota. «Decía que quería venir a trabajar para mí de becaria y me pareció graciosísimo».

Eso sí, uno de los efectos negativos de la democratización de la moda y de la profesión de diseñador es que todo el mundo viste igual. Y con «todo el mundo» se refiere a las actrices. «Si me preguntas ahora mismo quién es la persona más glamourosa de Hollywood no te sabría decir». Seguro que lo solucionarían poniéndose uno de sus tocados. No lo dice él, lo decimos nosotros.