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La quietud de los Hermanos Musulmanes intriga a los egipcios

Convocadas manifestaciones para la tarde del viernes tras el polémico veredicto del Tribunal Constitucional

paula rosas

La confusión reina en Egipto la víspera de las elecciones presidenciales tras la explosiva decisión tomada ayer por el Tribunal Constitucional. Varios movimientos revolucionarios han convocado manifestaciones para la tarde del viernes pero, pese a lo que se podía prever, las calles egipcias se encontraban a primeras horas sorprendentemente tranquilas. Los Hermanos Musumanes, los principales afectados por el veredicto de la corte, que disuelve un Parlamento en el que ellos ostentan una mayoría, no han llamado a sus seguidores a participar en nuevas protestas y su calma, quizás táctica, desconcierta a muchos egipcios .

El aspirante de la cofradía, Mohamed Mursi , que mañana se enfrentará en las urnas a Ahmed Shafiq, el último primer ministro de Hosni Mubarak - cuya candidatura fue salvada ayer por el Constitucional -, ha asegurado que la hermandad respeta las decisiones judiciales. Pero también ha advertido de que, si se produce fraude en los comicios, Egipto puede esperar «una gran revolución hasta que se hagan realidad los objetivos completos del a revolución del 25 de enero», dijo anoche en una entrevista televisiva.

Las advertencias de la cofradía, sin embrago, no suenan hoy demasiado amenazadoras . Aunque ayer algunos miembros de la hermandad definían la decisión del tribunal como un «golpe de Estado», el grupo se mantiene a esperas de conocer qué sucederá este fin de semana en los comicios y la quietud de la formación es, cuanto menos, intrigante. Cuando ha sido necesario, han visto sus intereses amenazados o han sopesado que les beneficiaba, los Hermanos Musulmanes no han vacilado ni un segundo para sacar a los suyos a la calle, como sucedió el pasado 2 de junio tras el veredicto del juicio a Hosni Mubarak. Apenas habían pasado minutos de la resolución y sus líderes ya estaban llamando a los egipcios a tomar las calles contra esta injusticia. Ayer, sin embargo, su mutismo durante horas resultaba enigmático.

La decisión de mantener a Shafiq, el hombre que no ha tenido reparos en alabar las virtudes de Mubarak , en las presidenciales y el estacazo dado al Parlamento, el único logro hasta ahora de la Constitución, pueden despejar muchas dudas a los que aún estaban indecisos sobre si boicotear los comicios o apostar en contra del candidato más próximo al antiguo régimen. Que los hermanos no hayan «peleado» por un Parlamento en el que cuentan con una abrumadora mayoría puede hacer pensar que la decisión de celebrar elecciones legislativas de nuevo no les resulta tan inconveniente.

Una de las principales reticencias de los indecisos a votar a Mursi es que la cofradía controlaba el Parlamento, quizás en un futuro el Gobierno y, sin ganaban las presidenciales, también la jefatura del Estado. Tras la disolución del hemiciclo esta excusa ha desaparecido.

También es intrigante, o quizás incluso revelador, el silencio de muchos liberales , que en otras ocasiones se han rasgado las vestiduras ante cualquier indicio de que la junta militar quería ampliar sus poderes. Muchos ayer apenas reaccionaron, quizás por el desconcierto que ha causado el bombazo que ha dejado caer el Constitucional. Pero es difícil no ver en su silencio un suspiro de alivio ante la disolución de un Parlamento cuya composición detestaban.

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