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El juego del ratón y el gato

La Guardia Civil y los grupos de mineros más radicales se vigilan de cerca

El juego del ratón y el gato efe

pablo muñoz

A las ocho y media de la mañana, entrar en la localidad asturiana de Pola de Lena supone pasar obligatoriamente por el control de la Guardia Civil. Las Unidades Rurales de Seguridad están desplegadas en la zona, próxima a la autovía de Campomanes, porque saben que en cualquier momento los mineros pueden cortar el tráfico. Los coches más grandes y las furgonetas son su objetivo, porque saben que son un lugar ideal para almacenar «munición».

A esas horas, varios grupos de entre ocho y diez mineros merodean por la zona . La llegada de los periodistas pone en jaque a los agentes, pues suponen que esa es la señal de que va a haber problemas. Hasta una plaza llegan varios coches de la Guardia Civil, que comienzan a identificar a los sospechosos y a registrarles sus bolsillos. La presencia de los medios de comunicación, curiosamente, permite aliviar la tensión, pues ni los unos ni los otros quieren aparecer ante la opinión pública como los causantes de los incidentes.

Los guardias civiles abandonan la zona, aunque las patrullas son constantes, mientras los mineros entran en algunos bares a tomar café. En cada uno de ellos hay corrillos, y en cada uno de éstos las noticias son contradictorias. Sí parece claro que quieren intentar algo, pero tampoco están dispuestos a «ir al matadero ». «Tenemos una furgoneta circulando con material, pero no puede hacer nada porque esto está lleno de guardias», se oye decir.

Por segundo día, la autovía de Campomanes no va a tener problemas de circulación

En esas condiciones, los grupos se dispersan esperando órdenes que no llegan. A medida que pasa el tiempo cada vez son más conscientes de que hoy está muy difícil . Por segundo día, la autovía de Campomanes, tomada por la Benemérita, no va a tener problemas de circulación. Hay cierta frustración, pero mañana será otro día.

Mientras, la Guardia Civil sigue a lo suyo. Su trabajo es defender los derechos de todos los ciudadanos y lo va a seguir haciendo. «Que quede claro; para nosotros, los mineros no son el enemigo —dicen las fuentes consultadas por ABC—. Ellos defienden lo suyo de la forma que creen mejor, y nosotros hacemos nuestro trabajo. No somos insensibles a su situación».

Eso sí; la radicalización de algunos elementos no ayuda. «Utilizan los montes para esconderse y esconder los materiales que utilizan en sus sabotajes. Se está llegando a una situación peligrosa, y lo ocurrido con el tren en Serín (Gijón) es prueba de ello. De los nuestros hay ya ocho heridos, aunque por fortuna ninguno grave. De los mineros, hay veinte detenidos y todos están el libertad», recuerdan las fuentes. Mañana, unos y otros seguirán vigilándose , en una especie de juego del ratón y el gato en el que cada uno sabe y asume su papel.

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