Hazte premium Hazte premium

Publica «Los huerfanitos»

Santiago Lorenzo se pone a hacer teatro

El escritor pasa revista al mundo de la escena en su segunda novela

JESÚS LILLO

No dice nada de esto la breve biografía que abre «Los huerfanitos», su segunda novela, pero Santiago Lorenzo (Portugalete, 1964) hizo bastante y buen teatro antes de la fecha oficial del comienzo de sus actividades recreativas. Tampoco pone nada de su experiencia editorial al frente de «El mundo del acomplejao» , revista que venía volando, pero esa es otra historia, otro papelón, tamaño folio. A través de «Cuba española» o de sus montajes sobre «La voz humana» de Cocteau o, aún más pervertida en las formas, la Blancanieves del cuento, Lorenzo conoce de cerca y desde dentro el submundo de la escena y domina como pocos, tramoya y farfolla, el no menos dramático anexo de subvenciones que lo sostiene, alimenta y perturba. Era cuestión de tiempo que el autor de «Mamá es boba» ajustara cuentas con los del teatro. «Los huerfanitos» (Blackie Books) va de todo eso.

En su nuevo relato, como hizo en «Los millones», y antes en su obra cinematográfica, y también en sus periódicos volanderos, Lorenzo reutiliza sus conocimientos y experiencia para ridiculizar la modernidad y los lugares comunes, cada vez más estrechos, petados y previsibles, de la estupidez de uso y consumo. Coleccionista, investigador y usuario de sinónimos de la palabra imbécil, el escritor ha dado incluso con apollardado, que en una colección de cromos sería de las difíciles. Parchorcho también sale. «Los huerfanitos» va de todo eso.

Si en «Los millones» era el reverso del Madrid de los años ochenta -soberbia, emocional y milimétricamente dibujado- el que servía de planillo para dejar en evidencia a los pintamonas de su histórico anverso, en «Los huerfanitos» es un viejo teatro en ruinas el que sube el telón para dejar en pelotas a la compañía estable que puebla la cartelera. Entradas ya a la venta. La mamarrachada, el petardo, la manualidad, el pegamento Imedio, el palillo de dientes, el amateurismo y el apaño, do it yourself, pero con clase , vuelven a ser el modo de empleo del artefacto que compone y exhibe Lorenzo. Alcohólicos, jubilados, aprendices y desesperados varios montan una función redentora y, cómo no, vengativa. Hay hermosura, también. El capítulo 34 revela el amor al teatro de Lorenzo. El resto, de un tirón, documenta su mala leche.

«Los huerfanitos» es la enésima prueba del talento de Santiago Lorenzo para pasar revista a la estupidez, el nuevo volumen -entretenido, bien hilado y muy cuidado en su escritura- de una obra definida por su coherencia y que de forma transversal, del cine al periodismo, pasando por la novela, conserva un argumento cuya solidez viene a subrayar cada nuevo lanzamiento. Lorenzo adopta a «Los huerfanitos» y los pone a funcionar siguiendo el guión de un plan maestro e inagotable.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación