El «silencio» de una dolencia

La enfermedad renal es una afectación de los riñones en la que éstos dejan de realizar su función de filtración y depuración, de manera que sustancias tóxicas como la urea, el fñosforo, el ácido úrico y el potasion se acumulan en la sangre produciendo una serie de trastornos.

La incidencia de esta patología en la Comunidad alcanza la cifra de 2,588 afectados, de los cuales 1.276 reciben tratamiento renal sustitutivo, otros 1.109 están en hemodiálisis y los 167 restante hacen diálisis peritoneal. A ellos se suman otros 1.312 pacientes con trasplante funcionante, mientras que cada año se presentan en la región 298 casos nuevos.

Una de las preocupaciones que el presidente de la Sedyt, Julen Ocharan, quiso manifestar es el hecho de que «al tratarse de una enfermedad sin sintomatología existen una menor detección en estadíos tempranos lo que repercute directamente en el espectro del cuidado». El riñón se va deteriorando muy lentamente, con lo que el propio organismo se va adaptando y envía pocos mensajes de que alguna cosa no acaba de funcionar. El paciente suele sentirse más cansado (porque suele padecer anemias), tiene dolores musculares, hipertensión, pero nada que sea alarmante.

Por este motivo, Ocharan destaca que «la alerta de la enfermedad renal debe ser atendida en Atención Primaria y por ello este congreso incluye una jornada específica para la enfermería así como para los propios afectados por la patología, con el objetivo de proporcionarles más conocimeintos básicos de estos procesos».

Sólo en los casos en los que la enfermedad está más avanzada se presentan sínotmas más notables, como son vómitos, rampas en las piernas, dolores de cabeza continuos e importantes dolores musculares. De hecho, el riñón es un órgano que con el tiempo se va desgastando, por ello es más prevalente esta patología entre las personas mayores.

En cuanto a la prevención, desde la Sedyt se recuerda la necesidad de llevar un estilo de vida saludable, no fumar, comer sano, realizar un poco de ejercicio físico y , en el caso de los diabéticos, «contralar muy bien la patología».

No todos los enfermos renales precisan tratamiento renal sustitutivo. En algunos casos, aproximadamente el 30 por ciento, se pueden tratar con medicamentos. No obstante, entre aquellos que sí lo precisan, un 79,8 por ciento realiza hemodiálisis (depuración de la sangre fuera del organismo). Por otra parte, un 18,5 por ciento practica diálisis periotoneal (a través de una membrana natural implantada quirúrgicamente en la cavidad abdominal, lo que permite mayor autonomía), y un 1,7% reciben un trasplante renal.

En cuanto a la edad de inicio de los tratamientos en Castilla y León, la media se sitúa en los 66 años, sin grande diferencias entre sexos. Sin embargo, la prevalencia sí es diferentes, siendo mayor en los hombres con un 65 por ciento que en las mujeres con un 34,5%.

EL trasplante de riñón es la solución final hacia la que tienen la gran mayoría de afectados, teniendo que repetirse en algunos casos en varias ocasiones a lo largo de la vida. Según los datos de la Sedyt, a 1 de enero de 2012 en España se habían realizado 51.909 trasplantes renales. En el año 2011 se hicieron 2.498, un 12’3 por ciento más que en el año anterior. A nivel regional, en Castilla y León se realizaron 86 trasplantes en 2008, 79 en 2009, 93 en 2010 y 85 en 2011 , más dos trasplantes en vivo, según los datos de la Organización Nacional de Trasplantes. En cuanto a donación de órganos, la comunidad es la quinta a nivel nacional tras Cantabria, La Rioja, Asturias y País Vasco.