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«El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner nunca va a pagar a Repsol»

Entrevista con Julián Martín Obiglio, diputado argentino del bloque PRO, que se opuso a la nacionalización de YPF

«El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner nunca va a pagar a Repsol» ÓSCAR DEL POZO

LUIS M. ONTOSO/JAVIER GONZÁLEZ

Julián Martín Obiglio, del argentino bloque PRO, fue uno de los 32 diputados que a comienzos de mayo se opuso a la expropiación del 51% de YPF, ante una Cámara de diputados enfervorecida y engalanada con una imagen gigante del ex presidente y esposo difunto de la actual presidenta, Néstor Kirchner. «Lo más bonito que me gritaron fue "español"; parecía una cancha de fútbol», reconoce, entre risas, sentado en la terraza de una cafetería céntrica de Madrid (Mildford). Toma un discreto café solo. Ha venido para reunirse con los partidos españoles y demostrar que la nacionalización de la petrolera no es una cuestión de Estado, que solo una pequeña parte de sus compatriotas respalda la deriva «populista» del Ejecutivo de Cristina Fernández. Las cosas cambiarán, subraya serio y mirando a los ojos, cuando su partido logre abrise paso en la Casa Rosada.

—Usted no habla de «expropiación», sino de «confiscación». ¿Descarta que hubiese interés público en la nacionalización de YPF?

—Se ha violado el tratado de protección de inversiones que protege tanto a los argentinos que vienen a España a invertir y a los españoles que van allá a invertir. Ese tratado prevé la posibilidad de expropiar una empresa pero para poder hacerlo hay que cumplir dos requisitos, pagar el justo precio y que no sea discriminatorio. La ley de expropiación de YPF justamente ha violado estos dos principios porque, por un lado, no ha fijado un justo precio ni mucho menos pagado, ni nunca lo van a pagar, y por otro, ha sido absolutamente discriminatorio porque se han expropiado únicamente acciones de una empresa dentro de una sociedad.

—La sensación que hay en España es que la indemnización que se fije se cobrará tarde y mal.

—Creo que este Gobierno no va a pagar nada. Lo terminarán pagando el día de mañana los ciudadanos con sus impuestos con un Gobierno más razonable. Lo que ha hecho este Gobierno no es ni de derechas ni de izquierdas. Es una deriva populista absoluta.

—¿En qué medida puede afectar a Argentina la expropiación?

—Lo más importante y es el motivo de mi viaje a Madrid, son los efectos dañinos que esto produce en la confianza sobre Argentina. Esta confiscación disfrazada de expropiación ha hecho que Argentina caiga en los niveles de confianza de todos los inversores del mundo. Si uno mira los indicadores de confianza, se han ido a niveles muy malos en la historia de Argentina. De hecho, el índice de riesgo país, que en España está en torno a los 500 puntos y para ustedes es una catástrofe, en Argentina está en los 1.200 puntos. Son 200 puntos por encima de Venezuela y 1.000 puntos más que Uruguay, Colombia, Perú, Brasil...

El objetivo de mi partido es transmitir a todos los españoles y a la política española lo que ellos ya saben pero que es bueno que alguien se lo venga a decir cara a cara: que hay otro tipo de políticos en Argentina, que la mayoría de los argentinos no actuamos ni pensamos como este Gobierno. Que la mayoría de los argentinos respetamos los contratos, respetamos las leyes, la Constitución, creemos en la seguridad jurídica y en el estado de Derecho.

—Sin embargo, el apoyo a la nacionalización fue casi unánime.

—Votamos 32 diputados en contra. Somos pocos, pero buenos. Votó a favor el Gobierno y los dos partidos de centro izquierda (radicales y coalición socialista), cómplices absolutos de este avance populista del Gobierno de Kirchner.

—¿Cree que la reacción del Gobierno español ha sido la adecuada?

—No puedo opinar. España debe hacer lo que considere más correcto. Lo que yo estoy transmitiendo aquí (en España) es que tratemos de bajar el nivel de conflicto y superar este bache. Debemos trabajar juntos los que queremos que a nuestros países les vaya bien juntos y excluyamos a aquellos que quieren meter conflictos en medio de la relación. Es una decisión política a largo plazo.

—¿Fue la nacionalización de YPF una cortina de humo?

—Absolutamente. La presidenta venía bajando en su nivel de popularidad. La economía está muy mal, con la inflación disparándose y una caída del consumo. Por eso reflotó el contencioso de las Malvinas con posiciones extremadamente duras. La expropiación de Repsol ha sido otra bandera populista. Lo cierto es que la sociedad argentina sí acepta en forma mayoritaria que la explotación del petróleo esté en manos del Estado. Pero eso no quiere decir que la mayoría de la sociedad acepte incumplir los contratos del modo en que se hizo. Ha sido un gravísimo error del Gobierno argentino, no de Argentina.

—¿Esta decisión ha sido un acto contra España o contra Repsol?

—Contra España, no. Ha sido un gravísimo error del Gobierno argentino, que va a tener consecuencias en las relaciones. Justamente ese es el rol de los que no pensamos igual. Venimos aquí a decir que en Argentina hay mucha gente que quiere otra relación con España, aunque hubiesen creído que habría que expropiar. Estas no son las formas.

—¿Temen en Argentina represalias de la Unión Europea?

—No sé si el Gobierno las teme. Mi partido, sí, y cree que son muy malas para el país.

—¿Corren peligro otras inversiones españolas allí?

—No lo sé. No quisiera preocupar a nadie. Cualquier otra que haya va a generar un clima de desconfianza mayor. Y ya estamos con la desconfianza altísima. El problema lo tienen algunas compañías energéticas, que desde hace diez años han tenido las tarifas congeladas, con una inflación del 25% anual, lo que hace que el negocio ya no funcione. Es muy probable que el Gobierno argentino se involucre de alguna manera: con más subsidios o dinero para pagar los salarios. Pero toda injerencia del Estado argentino tenga en estas empresas va en un camino negativo.

—¿No sintieron vergüenza por el circo que se montó en el Congreso cuando se aprobó la ley ?

—Ese día lo más bonito que me gritaron fue «español». Parecía una cancha de fútbol. No he visto en ningún Parlamento del mundo occidental, de las democracias modernas, donde se despliegue una bandera con el rostro de un presidente difunto. Y les garantizo que esto no representa a la mayoría de los argentinos. La mayoría de los argentinos valora la democracia, respetan al otro en la diferencia de las ideas. Y esto que estamos viendo no es algo propio de la sociedad y de la tradición argentina, que es una tradición absolutamente similar a la española, europea.

—¿Tendrá recursos el Estado argentino para explotar los yacimientos o necesitará la ayuda de empresas extranjeras?

–No, no los tiene. Para explotar esos yacimiento hay que invertir 5.000 millones de dólares por año, al menos durante cinco años. Es muy probable que a Argentina lleguen empresas de países que no respetan los principios democráticos y, seguramente, van a tener mayores ventajas que las que tuvo Repsol.

—¿Compañías chinas?

–Podría ser peor. Podría llegar alguna empresa rusa, iraní o venezolana.

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