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Una cierta decadencia europea

RAMÓN pÉREZ-MAURA

El resultado francés de ayer permite dos conclusiones que se han puesto de manifiesto a lo largo de la campaña electoral. De una parte el que la derrota de Sarkozy puede marcar el ocaso del gaullismo: el partido que heredó al Reagrupamiento por la República que fundó Chirac en memoria del general De Gaulle, la Unión por un Movimiento Popular, ha perdido esa referencia política. Y esto se agrava por el hecho de que una semilla sembrada por François Mitterrand en 1984 ha florecido con todo su esplendor: el Frente Nacional es hoy una fuerza decisiva en Francia. Mitterrand alentó esta formación en aquella época sabedor de que era poco el daño que podía hacer a su partido y mucho a sus rivales del centro derecha.

El FN robaría algunos votos de ultraizquierda al socialismo, pero robaría más votos a la derecha. Llegadas las elecciones presidenciales de ayer, parte del 18 por ciento sumado por Marine Le Pen hace dos semanas ha regresado a la izquierda de donde procede. Y ahora, los herederos del gaullismo están descabezados y sin una plataforma ideológica clara para presentarse como una alternativa diferenciada de la «moderada» Le Pen, la fuerza emergente. Sarkozy, incumpliendo sus promesas electorales de 2007, ha hecho una Presidencia tan estatista como la que puede hacer ahora Hollande. Y ese estatismo de la economía es casi idéntico al que propugna la ultraderecha de Le Pen, que nunca amó el libre mercado ni ninguna otra libertad.

El reto de Le Pen ahora es el «sorpasso» de la UMP. La otra gran conclusión de la votación de ayer es la decadencia de una cierta Europa. Los europeos, ante la crisis, damos la espalda a quienes toman medidas duras y nos exigen esfuerzos. Seguimos dando mayorías a quienes nos prometen más gasto público, más intervención del Estado y más ayudas de todo tipo. Cuando vemos las economías que están en auge en nuestro propio entorno cultural occidental —Brasil, Colombia, Chile…— ninguna de ellas lo está haciendo por esa vía que la mayoría de los europeos ansía. Es, sin duda, una manifestación de la decadencia europea contra la que debemos luchar.

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