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Kate Moss, la «chica mala» que todos quieren odiar

La pelea entre la modelo y otras celebrities pone en jaque la imagen de uno de los hombres más ricos del Reino Unido

Kate Moss, la «chica mala» que todos quieren odiar ABC

MARTÍN BIANCHI

La fiesta del 60 cumpleaños del multimillonario británico Philip Green, el propietario de la firma low-cost Topshop —el equivalente a Zara, solo que made in UK—, prometía un despliegue de glamour solo apto para el papel couché de buen tono. Pero la guerra de egos entre dos divas terminó convirtiendo la costosa celebración en una gresca de tintes amarillistas con ramificaciones en un caso de evasión fiscal y un escándalo político que toca la puerta del 10 de Downing Street.

La semana pasada, Sir Philip Green fletó varios jets privados con sus amigos famosos desde el aeropuerto de Luton (Inglaterra) hacia las playas de Cancún, en México. En uno de esos aviones viajaba la musa y embajadora de Topshop, Kate Moss, acompañada por Naomi Campbell y su novio, el oligarca ruso Vladislav Doronin, la actriz Gwyneth Paltrow y el cantante Robbie Williams. Ya instalados en el resort de lujo Rosewood Mayakoba de Riviera Maya, uno de los cien mejores del mundo según la biblia de los viajes «Condé Nast Traveler», el grupo se reunió con otros invitados vip, como Leo DiCaprio o Stevie Wonder.

La patata de la discordia

Según los tabloides ingleses, Gwyneth Paltrow, toda una gurú del estilo de vida saludable, salió a correr por Playa del Carmen cuando se encontró con Moss, que estaba tumbada comiendo patatas fritas. «The Sun» afirma que la modelo le preguntó de forma jocosa a la actriz por qué estaba haciendo ejercicio, a lo que esta le respondió que era para no parecerse a ella de mayor. Se dice que en respuesta Moss le lanzó unas cuantas patatas fritas, al grito de «¡te vendría bien comer un poco de carbohidratos!».

Dicen que ambas estrellas no se volvieron a dirigir la palabra en todo el tiempo que estuvieron allí, pero el representante de Paltrow ya ha desmentido la historia. Pocas horas después, los tabloides volvieron a la carga contra Moss, informando de que la top había tenido otra riña absurda durante los festejos de Green, esta vez con el cantante Enrique Iglesias.

Lo cierto es que las desventuras de la modelo en México han salpicado al anfitrión de la fiesta y al mismísimo Gobierno del primer ministro David Cameron, que ha recurrido en más de una vez a los consejos del multimillonario, conocido como el «zar de la eficiencia», a la hora de ajustar las complicadas cuentas de la administración pública británica.

Un asesor poco fiable

«Una pena, los invitados a la fiesta de cumpleaños de Philip Green. El solo hecho de estar allí bastó para manchar su reputación», tituló el nada frívolo «The Guardian» en un menos frívolo reportaje que denuncia que Sir Philip, uno de los diez hombres más ricos del Reino Unido (estiman su fortuna en 4.000 millones de libras) y asesor de excepción del gobierno de coalición entre conservadores y liberales, gastó la friolera de seis millones de libras en su cumpleaños, justo la misma semana en que el Parlamento decidía bajar los impuestos a las rentas más altas.

El periódico de centro-izquierda incluso aprovechó el cotilleo sobre la pelea de Moss y Paltrow para recordar las sospechas de evasión impositiva que recaen sobre el fundador de Topshop. «Naturalmente, lo que Green haga con su dinero no nos interesa... aunque el 92 por ciento de sus empresas estén a nombre de su esposa y ella resida en Mónaco», señaló la cabecera. Muchas modelos han caído en desgracia por su mal genio, pero Moss es la única capaz de arrastrar a su jefe en esa larga caída.

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