semana santa 2012
El Hombre de la Síndone, un camino entre la ciencia y la fe
Miñarro plasma escrupulosamente en este yacente todos los detalles, matices y elementos de la Sábana Santa
aurora flórez
¿Tendría que haber firmado José de Arimatea en una esquina de la Sábana Santa para darle autenticidad? Es una pregunta que se hace el imaginero y profesor sevillano Juan Manuel Miñarro en el contexto de su última gran obra en torno al ... misterio del sudario: el Hombre de la Síndone, que actualmente es el centro de una magna exposición que acoge el trascoro de la Catedral de Málaga , donde permanecerá durante cuatro meses.
Sí, en Sevilla ha habido cierto interés que aún no ha cuajado por esta muestra que aborda a lo largo de trece salas en las que se muestra desde el descubrimiento e historia de la Sábana hasta su trayectoria a los ojos de la ciencia, la medicina forense y la iconografía pasando por el estudio de la tortura y la crucifixión, con esculturas del hombre vivo, de su rostro torturado, crucificado con el rostro cubierto, el cuerpo amortajado o visible, e incluyendo una reproducción exacta de un sepulcro del tiempo de la Pasión de Jesucristo— para culminar en la última dependencia, la definitiva, en la que se expone una copia de la Síndone autentificada por el Vaticano y el cuerpo que recoge todos y cada uno de los datos objetivos que aparecen en el sudario.
Doce años de investigación, dos años de recopilación de datos y seis meses para gubiarlo han dado como fruto esta impresionante escultura del hombre muerto de Miñarro tal y como se plasmó en la cara interior de la Síndone , como si la tela hubiera atravesado el cuerpo en un imposible escáner de hace más de dos mil años retratando los más mínimos detalles.
El imaginero restituye el cuerpo extrapolando los datos que aparecen en la Sábana Santa
Para la creación del cuerpo, Miñarro ha contado con la colaboración de Alfonso Sánchez Hermosilla, forense del Juzgado de Murcia , quien ha aportado el trabajo de campo: recopilar información sobre traumatismos parecidos, del color de la piel y las manchas cadavéricas, las diferentes texturas de la sangre y los fluidos emanados de las heridas del flagellum taxillatum con el que fue azotado Cristo, del efecto de los clavos, de las espinas...
Proporciones escrupulosamente estudiadas
El resultado es el cuerpo que ven en la imagen superior, 1,80 metros de altura, cuyas medidas, proporciones y constitución han sido escrupulosamente estudiados antropológicamente y por deducción de los elementos de la Síndone y del Sudario de Oviedo. No es una interpretación , es una restitución de ese cuerpo muerto que envolvió la Sábana, que fue después cintado de pies hasta la base de la nuca, en la que se aprecian desde las costillas, el vello o los genitales tal y como aparecen en la Síndone.
Presenta 600 heridas en la piel, fruto de los 120 golpes del flagellum
Son exactamente 600 heridas las que presenta en la piel, fruto de los 120 golpes del flagellum; alrededor de treinta en la cabeza por el casquete de espinas o la de la lanza , que produjo una gran hemorragia, reproducidas con sangre artificial que se ha situado sobre el cuerpo casi con técnica de proyección de la Síndone. Pies, rodillas y punta de la nariz tienen tierra traída expresamente de Jerusalén, como el Hombre de la Sábana.
«No afirmo que sea Cristo, pero se le parece mucho»
Impresiona ver el cuerpo castigado, pero deteniéndose en el rostro se pueden advertir desde el cartílago de la nariz roto hasta el edema en el pómulo y la ceja derechos , con el ojo cerrado por la inflamación, la pérdida de pelo en la barba y el cabello apelmazado por el sudor y la sangre en una especie de coleta. Su postura está reflejada a rajatabla, con el ángulo de la flexión de cada rodilla y cada pie, debidos a la rigidez por la tetanización que adquirió el cuerpo en la cruz, el forzamiento de los brazos para amortajarlo. «No afirmo que sea Cristo, pero se le parece mucho», dice el escultor, quien añade que si la Síndone no es su mortaja sí es el icono más antiguo que existe de la cristiandad».
La contemplación del Hombre de la Síndone arroja a la cara de la ciencia y la fe una vieja pregunta del Evangelio: «Y vosotros ¿quién decís que soy?».
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