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El reto de dormir

Con la edad, el sueño es menos profundo. Sepa cómo cuidar de su descanso adquiriendo unas costumbres saludables

El reto de dormir

R. ruiz-calero

Son las nueve de la noche y Francisca, de 87 años, ya está en la cama, «a estas horas me entra mucho sueño, además, prefiero dormir que ver las tonterías que hay en la tele». A las cuatro de la madrugada se despierta de golpe. Da vueltas en la cama durante media hora, finalmente decide levantarse. No tiene sueño, pero tampoco nada que hacer, solo esperar a que amanezca y comience el día. Sufre trastorno del sueño, un problema que afecta aproximadamente al 50% de los mayores de 65 años y a un tercio de la población.

El insomnio se considera la segunda causa de visita médica en el mundo, tanto en pacientes de la tercera edad como en adultos en general. Milagros Merino es responsable del Programa de Medicina del Sueño del Hospital Ruber Internacional de Madrid y está acostumbrada a la misma cantinela: «Me cuesta mucho dormirme, me despierto muchas veces durante la noche, me levanto muy temprano, tengo mucho sueño a lo largo del día».

En el caso de los mayores de edad, este problema es más común

Los sueños con la edad son más inestables, como los de un bebé

debido a que la falta de sueño es directamente proporcional al envejecimiento de las personas. «Con la edad, los sueños son menos profundos y más inestables, como los de un bebé», explica Merino. Además, «las patologías que suelen ser frecuentes durante la vejez, como las amneas, las piernas inquietas, el párkinson o las depresiones llevan consigo la alteración de los ritmos de sueño», muchas veces debido a la medicación que reciben.

Las costumbres del mayor también influyen, ya que si una persona de 70 años se ha levantado para ir al servicio dos veces cada noche durante toda su vida, es complicado que cambie esa conducta. Por último, la alimentación es otro factor que afecta directamente al sueño: mientras que cenar de manera copiosa lo dificulta, los hidratos de carbono ayudan a conciliarlo con mayor facilidad.

Grupos de riesgo

Cuando alguien llega a su consulta con signos evidentes de sufrir un trastorno del sueño, la doctora Merino completa una buena historia clínica: antecedentes, evaluación de patología subyacente, exploración completa (neurológica y física) atendiendo sobre todo a datos como el sexo, el peso o la talla. Las mujeres son el grupo de mayor riesgo para el insomnio: afecta al 75%, mientras que en varones se da en un 55%, a partir de los 65 años. «Esto se debe a que el síndrome de piernas inquietas prevalece en mujeres.

Otro motivo es la menopausia, que genera falta de hormonas y un consecuente riesgo vasc ular. Este riesgo favorece el sobrepeso y, a su vez, predispone a las amneas de sueño», dice Merino. Además de la medicación y de los hábitos necesarios para estabilizar el sueño de los mayores, existen otros métodos más sencillos y naturales para ayudarles a solucionar esos trastornos. Por ejemplo, pasar tiempo con la familia, estimularlos y hacer que se muevan mental y físicamente a lo largo del día.

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