educación
¡Al rincón a pensar!
Tanto el premio como el castigo son esenciales para educar, pero hay que saber cuándo y cómo emplearlos
carlota fominaya
«¡Este fin de semana no sales!», pero también «si te portas bien puedes ir a dormir a casa de fulanito» son, probablemente, algunas de las frases más escuchadas en el día a día de los hogares españoles. Los premios y los castigos están a ... la orden del día en la educación de nuestros hijos. Y aunque en teoría sería mejor premiar que castigar, hay estudios que demuestran que una educación laxista, que renuncia sistemáticamente al castigo, genera consecuencias tan nefastas como aquella que abusa de él sin razón. Ambos son, pues, imprescindibles. Pero veamos cuáles son, según expertos de la Consejería de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid y el método Kovacs , las bases de ambos:
El premio
Se puede premiar una actitud, un esfuerzo extraordinario, o un resultado excepcional. Esto último, según han revelado todos los estudios, es más eficaz. Eso sí, es responsabilidad de los educadores fijar objetivos que resulten alcanzables (con esfuerzo).
Cuándo . El niño debe ser consciente de que el hecho de se comporte adecuadamente es lo normal y no merece premio. Abusar del premio le quita su valor al propio concepto. Es un error trágico darle al niño todo lo que pide, sin exigirle esfuerzo a cambio.
Sorpresa . Un premio inesperado tiene todavía más valor, por su carácter imprevisto y su connotación afectiva adicional, puesto que no se trata del cumplimiento de un acuerdo, sino de un testimonio de reconocimiento adicional.
Simbólico Un premio puede significar muchas cosas: un testimonio directo o simbólico de reconocimiento, respeto o consideración de su madurez, o algo material...
Unánime. El premio debe ser acordado entre los padres, ambos deben estar implicados en el proceso.
El castigo
En cuanto al castigo, este es un mecanismo eficaz si se usa poco y bien. Hay que castigar a un niño siempre que él sepa que lo merece, y solo en ese supuesto. Eso sí, cuando es necesario, es indispensable. Esencialmente, es útil para corregir e impedir que progrese una actitud o acción nociva. Y muestra al niño que no es un tirano con poder absoluto para hacer lo que le venga en gana, sino que debe respetar a sus padres y las normas establecidas por ellos.
Informar . Es indispensable que el niño comprenda por qué se le está castigando. Y que sepa de antemano que al incurrir en una actitud o acción concreta le van a castigar. Un castigo por un motivo desconocido no solo es inútil, sino contraproducente. También debe informarse al menor de cual será el castigo, y que este sea contingente a la conducta.
Con ultimatum . Se debe avisar sólo una vez. De lo contrario, la credibilidad de los adultos desaparece.
Con celeridad . El castigo debe aplicarse cuanto antes. Diferir del momento hace más difícil que el niño lo entienda. Y por lo normal solemos aplicarlo a destiempo. El castigo no debe tener carácter retroactivo, ni ser usado como venganza.
Y cuando por fin les resulte obvio a los padres que su hijo se autopremia y autocastiga adecuadamente, fijando él mismo sus actitudes y límites, es que usted ha educado correctamente a un ser capaz de encauzar su vida por sí mismo. ¡Enhorabuena!
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