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cuidar el amor

Los secretos de la buena convivencia en pareja

Confianza, comunicación, negociación y respeto son las bases para que una relación sólida dure toda la vida

m. j. Pérez-barco

El amor es el sentimiento más antiguo del mundo. Es pura energía, una magia inherente al ser humano con capacidad para hacernos sentir rebosar de felicidad o la persona más desgraciada de la Tierra. Hay amores eternos, fugaces, pasionales, románticos, platónicos, ciegos... Pero desde que nacen las mariposas en el estómago hasta que una relación de pareja se consolida y perdura durante décadas hay que saltar muros, salvar adversidades, enfrentarse a dificultades... En el camino, a veces se olvida la chispa que inició todo y se descuidan los buenos momentos junto al ser amado.

Lo difícil no es encender la llama del amor, dicen los expertos, lo que realmente requiere toda nuestra entrega es mantenerla y que nunca se apague. Con el enamoramiento, muchas parejas inician su convivencia con esa buena declaración de intenciones, pero a veces la llama languidece hasta extinguirse. El amor hay que mimarlo día a día. Así, sí es posible que perdure para el resto de la vida, aunque muchos incrédulos mantengan que el amor ya no existe en el siglo XXI. Frente a ellos, Mila Cahue, psicóloga especializada en pareja del gabinete de Álava Reyes, defiende que «si una pareja cuida día a día su amor, difícilmente podrá decir que se acabó. Eso no significa que el amor vaya a durar en el mismo tono durante años. Habrá momentos más bajos y otros más altos». Al final, «el amor en pareja siempre enriquece la experiencia vital», afirma.

Lo primero, conocerse

¿Y cuáles son los secretos para cuidar ese amor? Desde luego, requiere de esfuerzos y la pareja no está exenta de hacer sus deberes. Hay que empezar antes de convivir. «Muchas personas se van a vivir juntas antes de que su amor se consolide», dice la psicóloga, cuando la prioridad es conocerse. Conocer los gustos del otro, su mal y buen humor, su reacción ante un revés en el trabajo, su relación con los amigos, su comportamiento social, cómo se maneja con desconocidos... «Suelo aconsejar -explica Cahue- que la pareja haya pasado todas las estaciones del año, fechas importantes, experiencias con la familia política, vacaciones... Y ver cómo es el otro en momentos difíciles».

Quizá se trate más bien de un examen de conciencia, como insinúa Juan de Haro, director del centro de Psicología Cisaf (Centro de intervención para la salud en apoyo de la familia, www.madrid-psicologos.com ). «Lo primero -dice- es aprender a amar la diferencia. En muchas ocasiones, las parejas fallan porque vemos en el otro una prolongación de uno mismo. Pensamos que si uno se siente triste, el otro tiene que alegrarle; si se siente inseguro darle seguridad. Tenemos que plantearnos si realmente somos capaces de renunciar o sacrificarnos por el otro».

Con la convivencia se inicia una nueva experiencia donde se comparten espacios vitales, tanto físicos como emocionales. Ya no solo se trata de reservar una parte del armario o un lado en el sofá para el otro, sino de conocer hasta dónde llega el límite de cada uno sin hacer daño a la pareja. «Hay que aprender a gestionar, por ejemplo, el mal humor para que no vaya en detrimento de la otra persona», apunta Cahue. Los expertos aconsejan incluso que antes de vivir juntos, la pareja aclare cuestiones básicas, hasta cómo se van a repartir las tareas domésticas.

Capacidad para negociar

Vivir en común es la primera prueba a la que se enfrenta la pareja. Un periodo de adaptación, cada uno con sus propias costumbres en la intimidad de su hogar que pueden incomodar. «Exige capacidad para negociar, adaptarse y entender al otro. Hay matrimonios que discuten porque uno pone los cubiertos en el lavavajillas mezclados y el otro mete tenedores, cucharas y cuchillos por separado», afirma De Haro. A ello se añade, además, cómo condiciona el vínculo con la familia política, continúa el psicólogo. «Cuando una persona decide convivir con otra, crea una nueva familia. El centro dejan de ser papá y mamá. Muchas parejas tienen dificultades para desligarse de la familia de origen porque tienen dependencia psicológica».

Una vez superada con éxito esta prueba, el amor necesita de unas condiciones idóneas para perdurar. De unos pilares sólidos sobre los que seguir creciendo en pareja y por uno mismo. Y los expertos coinciden. Son, por este orden: confianza, comunicación, negociación y respeto.

Confianza

«La confianza es el yeso que cimenta el resto de las cosas necesarias en una pareja. Pase lo que pase y bajo cualquier circunstancia, cada uno tiene la certeza de que el otro no le va a hacer daño», explica Cahue. Con esa seguridad, la comunicación resultará más fluida, aunque en esto los expertos apuntan diferencias de género, estilos distintos. Ellos siempre son más callados y reservados cuando tienen un problema o cuando están preocupados. Se encierran en su cueva (ya sea en un partido de fútbol, jugar al padel, sacar al perro...) para meditar hasta que encuentran la solución y ya lo comunican.

Cuando ellas tienen una dificultad expresan el deseo de ser escuchadas y comprendidas. «Lo importante es mantener una actitud empática: me importa lo que te sucede», explica De Haro. Por eso, la enorme importancia de compartir un pequeño espacio cada día para hablar de los avatares de la jornada.

Quizá así, poco a poco, se consiga esa complicidad de muchas parejas que con solo una mirada conocen los pensamientos del otro. Pero la llama necesita más: pequeños gestos; «mostrar lo bien o lo satisfecho que uno está con lo que el otro ha hecho y no dar por sentado que ya lo sabe; negociar de forma satisfactoria, lo que no quiere decir que todo sea al 50%, hay que respectar que tenemos que ceder», indica Cahue. Sin olvidar establecer unos rituales para cuidar la relación, como aconseja De Haro. «Por ejemplo, reservando los viernes para cenar solos, sin niños». La recompensa llegará con el tiempo. Innovar es otra de las propuestas de los expertos. La monotonía no está en la pareja, sino en la persona. Por eso, buscar, proponer y sorprender al otro es una tarea que apuntar en la agenda personal.

Muchos dicen que sin amor no hay vida, que es un instinto de supervivencia. Otros que es la química que sostiene el mundo. Por tanto, si es así, hagamos, entonces, que nunca acabe.

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