Prevención
Adiós a la obesidad infantil
Dos de cada diez chicos de 6 a 10 años sufre obesidad por malas costumbres, un problema de salud que se puede evitar
M. J. PÉREZ-BARCO
Es la epidemia del siglo XXI. La obesidad se extiende por el mundo. Y los niños españoles no son ajenos al avance de esta enfermedad. El Programa Thao-Salud Infantil (implantado en cien municipios de nuestro país) pesó a 17.000 niños en 24 ciudades ... en 2009. Los resultados fueron más que preocupantes: el 28% de los menores entre 3 y 12 años sufría sobrepeso u obesidad. Unos datos muy similares al último estudio Aladino del Ministerio de Sanidad, realizado el pasado año: el 26% de los chicos de 6 a 10 años tiene exceso de peso y el 19% obesidad.
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Muchos lo consideran ya «un problema de salud pública», como afirma el doctor Javier Formiguera, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO). De
«Los niños obesos serán adultos con muchas patologías»
consecuencias devastadoras. «Los niños obesos serán adultos con muchas patologías derivadas de esa enfermedad». La Fundación Thao estima que la mitad de los niños con obesidad serán adultos obesos con mayor riesgo de sufrir hipertensión, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, problemas articulares y de crecimiento... Existen otros efectos invisibles: el sufrimiento psicológico que supone para muchos niños y adolescentes su obesidad. Es entonces cuando aparecen otros males: depresión, comportamientos agresivos, falta de autoestima...
Los expertos insisten: la prevención desde la cuna es la forma de frenar este mal. Pero hace falta mayor concienciación por parte de los padres, porque «muchos no reconocen que el sobrepeso ya es una preenfermedad. Lo ven en el hijo del vecino, pero no en los propios hijos. Creen que es más un problema estético. Y es un problema médico», afirma Jaume Dalmau, presidente del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría .
Receta de la dieta sana
La obesidad tiene una gran carga genética, pero influyen mucho más de lo que se cree los factores ambientales: las malas costumbres alimentarias y un tipo de vida sendentario, sobre todo. Una dieta sana es posible siguiendo una receta, que recomienda el doctor Dalmau: poca grasa saturada (bollería); la grasa debe ser de calidad (pescado, aceite de oliva); evitar los azúcares de absorción rápica (azúcar común, miel, pan elaborado; lo ideal es pan, pastas integrales y legumbres) y no excederse con las proteínas (limitar la carne de mamífero). Con estos hábitos mejoran un tercio de pacientes.
Hay que evitar también, y a toda costa, el sedentarismo, que «no quiere decir hacer deporte todos los días», apunta Rafael Casas, director científico y coordinador del Programa Thao. Sino estar activos. Y eso requiere un cambio cultural adquiriendo costumbres
«Si se educa al niño en la silla de paseo, se convierte en sedentario desde muy pequeño»
tan sencillas como reducir las horas de televisión (más de doce horas a la semana frente a la pequeña pantalla duplica el riesgo de obesidad), de videoconsolas, jugar en los parques, al aire libre, caminar... «El movimiento, el juego, la psicomotricidad hay que estimularlos desde la cuna. Hay niños de tres y cuatro años que van en silla de paseo, sentados. Esto favorece el sedentarismo. Los niños tienden de forma natural a moverse y los padres son los que pueden estimular al niño para que juegue y se mueva. Si se le educa en la silla de paseo, en ascensores, escaleras mecánicas, el niño se convierte en sedentario desde muy pequeño», advierte Casas.
Malísimos hábitos
Pero también hay muy, muy, malas costumbres. «Bocadillos de pizza, dos barras de pan por miembro de la familia, niños que dictan a su madre lo que debe comprar en el supermercado influidos por la televisión», ilustra Amelia Marti del Moral, profesora de Fisiología de la Universidad de Navarra e investigadora del Grupo Navarro de Obesidad infantil.
Todo es determinante de este mal. El estado de ánimo, problemas emocionales, falta de horas de sueño, el hábito de no desayudar o hacerlo con prisas... incluso un bajo nivel educativo (se compran productos más baratos y con mayor carga calórica).
La obesidad «se puede vencer a corto plazo. A largo plazo vence ella», sentencia Marti del Moral. Solo es cuestión de sensibilización y de cambiar las malas costumbres.
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