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Messi destroza los límites

El argentino, sublime, es el primer jugador en marcar cinco tantos en la Champions y anima la goleada del Barça

Messi destroza los límites

ENRIQUE YUNTA

Nunca hay trámites para Leo Messi, protagonista mayúsculo en Europa que va y viene a base de sonrisas y actuaciones memorables como la de ayer. En una noche sin focos, aparentemente resuelto el crucigrama en Alemania tres semanas atrás (1-3), el Barcelona se contentó con un trabajo limpio y muy bien presentado ante el Bayer Leverkusen, igual de menor en un Camp Nou excitado con el acierto de un argentino genial que firmó cinco goles como si tal cosa. La cita, con el desenlace escrito desde el primer suspiro, tuvo mucha gracia porque el Barça quiso olvidar la pataleta arbitral de estos tiempos de quejas y dignificó la Champions, competición que se agita desde ya porque los cuartos suelen ser otra cosa. Los azulgrana se crecen ante el desafío y, lejísimos en la Liga, entienden que Europa lleva hasta la felicidad en este curso de complicaciones. Múnich es el destino y Messi, primero que hace algo tan brutal en la Champions, marca el paso.

Él es quien más caliente a la parroquia, un futbolista que por sí solo determina el estado de ánimo de todo un equipo. El entorno percibió cierta tristeza en su rostro porque regañaba con el gol hace unos días y se enredaba con la pelota, motivo de alarma en un Barcelona asfixiado a la carrera y encendido porque los colegiados, cree el entorno, no ayudan. Pero Messi vuelve cuando quiere y regaló otra ración de goles que le catapultan en la Champions —lleva doce— y le dejan a ocho de los 235 de César, mito del barcelonismo que pronto dejará de ser exclusivo como otros tantos ilustres devorados por el «10».

Al Barça se le allanó el camino de buenas a primeras, exigido el equipo de gala porque Guardiola entiende que la Champions no está para probaturas. Sí le dio para dar descanso cuando se desmelenó a base de goles, pero de entrada no escatimó, ajeno a los problemas que le representa administrar una plantilla cortísima y muy castigada. Se encendió desde la retaguardia, bien protegida por Piqué y Mascherano; creció en la medular, gestionada con la visión de Xavi y la profundidad de Iniesta; y remató con Messi y sus mil recursos, tan bueno que inventa en cada diana. Antes del descanso, exprimió la cuchara que tanto emplea últimamente y luego repitió el gol de siempre, sencillo en apariencia ya que controla, corre, se va hacia dentro y ejecuta.

El vendaval fue imparable después del intermedio y se llevó por delante el historial del Bayer Leverkusen, ridiculizado como pocas veces se recuerda mediando un equipo alemán. Fue tan inocente y poco competitivo que se dejó llevar a partir del tercer gol y cargó con un saco vergonzoso, más preocupados sus jugadores en pedir la camiseta de Messi que de defenderle. El delantero, en modo destructor con tres festejos más, volvió a dar motivos para que en el Camp Nou se hable solo de fútbol y se retome el sendero de la alegría, tan frecuente en estos años de un Guardiola al que se le reclama por activa y por pasiva que se quede.

Se sentaron Xavi e Iniesta con todo ya resuelto y entre los nuevos se pronunció Cristian Tello, extremo puro que encima tiene remate. Calcó sus dos disparos y, en su estreno europeo, aparece en la foto de Messi sin que tenga sentido el tanto del Bayer. Messi destroza todos los limites.

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