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la garita de herbeira

Naufragio junto a Blanco

Parece que la peripecia política de José Blanco ha encallado en el Tribunal Supremo

alfonso de la vega

NO lejos del cabo Villano, junto a la ensenada del Trece, existe un monte al que llaman Blanco por el color claro de su suelo. Es uno de los parajes más hermosos e impresionantes en su solitaria desolación de la llamada Costa de la Muerte, donde naufragara hace ya más de un siglo el Serpent, busque escuela de la Marina de guerra inglesa, tras chocar contra un traicionero bajo durante una noche de terrible temporal. Los restos de muchos de los infortunados náufragos descansan en un cementerio improvisado, llamado de los ingleses, fuera de camposanto católico. Un paraje que parece sacado de alguna obra terrorífica de Poe o en el que no resultaría raro encontrarse con alguno de los supervivientes de sus novelas.

Ahora cabe hablar de otros naufragios si no tan trágicos sí al menos simbólicos de toda una forma de entender la Política. Un modo arbitrario, personal, que se cree impune, fuera de norma, por aquello tan clásico de «ahí van leyes, do quieren reyes». Pero a veces la brújula falla o se va tan sobrado que no se cree necesario consultarla y de pronto aparece un imprevisto bajo oculto entre las olas con toga y puñetas que lleva el navío a pique.

La peripecia política y personal de Blanco, el intrépido prócer lucense, mal estudiante en Compostela, que cohechaba líderes en los congresos socialistas con nocturnidad y alevosía, parece ser que ha encallado en el Tribunal Supremo. Sea cual sea el resultado definitivo de la investigación, y la avidez del interesado por pillar un escaño que le sirviera de burladero parece indicio de la incertidumbre de su futuro penal, el caso es que el socialismo gallego se ha quedado sin capitán de repuesto y busca a quién ascender entre grumetes y contramaestres.

Todo eso está muy bien desde el punto de vista de una organización. Pero desde la perspectiva institucional acaso sería más interesante averiguar antes qué se quiere hacer. Si cabotaje a la luz de las hogueras encendidas por los feroces indígenas ribereños como contaba don Camilo el del Premio, o en cambio, aventurarse en solitario a singladuras más arriesgadas en búsqueda de otras formas de entender el negocio y el comercio de cosas e ideas. Claro que para eso hace falta conocer Astronomía de posición y saber orientarse entre las estrellas.

Sea cual sea el futuro penal de Blanco y sus compañeros en todo caso sería bueno que se diera por definitivamente naufragada una determinada forma de entender la Política y los negocios como un totum revolutum, en que el político de turno previo pago o no de peaje favorece con sinecuras o chanchullos al heroico empresario caza prebendas.

Un contubernio, o UTE como se dice ahora en la moderna jerga empresarial, en el que no se sabe muy bien donde empieza lo público y termina lo privado y viceversa. Y en el que el deseado I+D+i descansa en el cómo llevarse la subvención o engordar la gusanera orzamentaria en un descuido del sufrido contribuyente.

Sea en forma de trajes, EREs, gasolineras, licencias, créditos de Bruselas, informes pirateados, retornos cooperativos o de cualquier otro disfraz de las viejas mañas de nuestra perenne picaresca.

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