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Europa apuesta por el canon

El ajuste presupuestario hace peligrar los contenidos más exitosos de RTVE. Vuelve el debate sobre la financiación, que Europa ha resuelto con un impuesto

Europa apuesta por el canon

LUIS P. ARECHEDERRA

Dentro de la batería de reformas para hacer frente a la crisis, el Gobierno de Mariano Rajoy decidió recortar en 204 millones de euros el presupuesto de RTVE. El presidente de turno del consejo de la corporación, Josep Manuel Silva , fue tajante el miércoles pasado: «Está en serio riesgo que RTVE pueda seguir desempeñando la función de servicio público». El representante de la corporación anunció que los canales temáticos Clan y Teledeporte «peligran», así como programas como «Saber y Ganar». El Consejo ya lo había advertido hace tiempo. Las producciones más exitosas (las más caras), como «Cuéntame» o «Águila Roja», o las retransmisiones deportivas están amenazadas.

La cobertura de los Juegos Olímpicos de Londres de este verano supondrá, por ejemplo, 90 millones de euros. Y el pasado viernes, Josep Manuel Silva, consejero de RTVE por CiU, en una entrevista en la emisora catalana Rac1, avanzó que no se podría renovar el contrato cona Liga ACB de baloncesto. «No podremos renovar el contrato. Ya he hablado con Beto Agustí, director general de la ACB. No tenemos dinero».

Las sombras envuelven el debate sobre el modelo de financiación de la televisión pública. Pero, ¿cómo se financian en el resto de Europa?

En los principales canales públicos nacionales de Alemania, ARC1 Y ZDF, se permite la emisión de publicidad con fuertes restricciones. Está prohibida en prime time —después de las 8 de la tarde—, los domingos y los festivos. En los días laborales, se permite una media de 20 minutos al día, pudiéndose llegar a los 25 si la media de los días anteriores ha sido inferior a los 20. Esta vía supone solo un 4,3% del total de su financiación. Los demás canales públicos, los regionales, solo tienen ingresos públicos. En Francia, la situación es parecida. Los canales no pueden difundir publicidad entre las 20.00 y las 6.00 horas. Debía ser abolida en su totalidad en enero de 2011, pero se ha anunciado una moratoria de dos años. Su peso es del 14% sobre los ingresos totales. En Reino Unido, la regulación es más tajante: la BBC tiene prohibido por ley la emisión de publicidad . No sucede lo mismo con el otro canal público nacional, Channel 4, que está financiado exclusivamente con anuncios. En Italia, el modelo es más permisivo, similar al que teníamos en España. El 30 por ciento de los ingresos de la RAI, la televisión pública italiana, corresponden a la publicidad. Las subvenciones públicas han sufrido también severos recortes: de un 50% en 2010, y del 70 el pasado año.

La gran diferencia de todos estos modelos con España está en la existencia de un canon que pagan los hogares, cuya importancia varía según los países, pero en todo caso fundamental en la financiación de la televisión pública.

En Alemania, este canon supone un 87% de los ingresos de las televisiones públicas. Su importe fue, en 2010, de 121 euros. Lo fija el Parlamento y se revisa cada cuatro años. Están obligados a pagarlo, por ley, todos los hogares que tengan, al menos, un receptor de televisión. En el caso de familias con hijos con ingresos por encima de los 291 euros al mes, estos deberán pagar su propio canon. Quien tenga más de una vivienda, paga un canon por cada una de ellas. Pero, a partir de 2013, todos los hogares pagarán la misma tasa, sin tener en cuenta las peculiaridades.

En Francia, el canon es un impuesto de 120 euros anuales actualizable a las circunstancias económicas. Su importancia, en 2009, fue del 64% de los ingresos totales. Allí, también existen subvenciones. Para Italia, el canon solo significa el 54% de la financiación. Están obligados a pagarlo todos los hogares que dispongan de televisiones u otros equipos que permitan grabar o ver televisión. Los locales abiertos al público, fuera del ambiente doméstico, tienen una tasa diferente. Su importe ordinario fue, en 2010, de 110,50 euros.

En Reino Unido, el canon que pagan los hogares supone el 70% de los ingresos de la BBC, mientras que el 30 restante proviene de otras actividades como la comercialización de contenidos y otros espacios que realizan sus canales internacionales. Este canon se situó, tanto en 2010 como en 2011, en 145,50 euros. Cualquier hogar debe contar con una licencia de televisión si cuenta con cualquier aparato que permita ver o grabar contenidos televisivos, ya sean ordenadores, teléfonos móviles, consolas de juegos o televisiones.

Modelo de 2009

El modelo actual de financiación en España, modificado en la reforma de 2009 que retiró la publicidad, se sustenta en otras fuentes de ingresos. La partida principal son los ingresos a través de los Presupuestos Generales del Estado. El recorte anunciado por el nuevo Gobierno lo reducirá en 200 millones, como se sabe.

Otra fuente proviene de un porcentaje sobre los ingresos de los demás operadores de la industria televisiva: 3 por ciento para las televisiones comerciales en abierto, 1,5 para los operadores de pago y un 0,9 para los de telecomunicaciones. Esto incluye a las empresas de telefonía móvil e internet. La razón para abonar esa cuota es que esos operadores se han visto beneficiados por la migración de publicidad. La Comisión Europea, sin embargo, lo considera ilegal y espera su modificación. Por último, la corporación pública también recibe ingresos de las mismas empresas por la utilización del espacio radioeléctrico.

La fórmula del canon no ha sido planteada en nuestro país. Los partidos políticos no lo contemplan. Sin embargo, el comité de sabios que se constituyó para estudiar el futuro de RTVE sí lo hizo. ¿Estarían dispuestos los españoles a pagarlo?

La cancelación de los contenidos más exitosos condenaría a la cadena pública a una probable pérdida audiencia. En 2011, RTVE fue líder con un 14,5% de cuota de pantalla, por delante de Telecinco (14,2) y Antena 3 (11,5). La retirada de la publicidad busca que la televisión pública viva al margen de la obsesión por las audiencias y centrarse en un servicio al ciudadano. Pero, sobre todo, normalizar el mercado publicitario, que las cadenas privadas compitan en igualdad de condiciones. El Gobierno tiene claro que esto no va a cambiar. También que no se reducirá la plantilla. Pero, si la televisión pública no atrae a las audiencias y se convierte en una televisión de minorías, sin relevancia, ¿tendría sentido sostener tal televisión pública?

Gonzalo Martín, experto en la industria audiovisual, va más allá: si la televisión pública tuviese poder financiero suficiente para competir, «para tener audiencia y ser relevante», produciría contenidos difíciles de diferenciar del sector privado. «¿Deberían sostenerla entonces los contribuyentes?».

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