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«Cásper», el torturador de narcos

La Policía liquida al rey del crimen organizado español, autor de seis secuestros, y revienta su lavadora de dinero

CRUZ MORCILLO

MADRID

Vestidos de guardias civiles, con pistolas, con sus acreditaciones colgadas del cuello y sus equipos de transmisiones. Quince agentes apuntando con pistolas a la cabeza de un hombre solo. Lo esposan, lo atan a una silla y le tapan la boca y los ojos con cinta aislante. «Somos de Interpol, dinos donde están los cien kilos de coca», vociferan mientras lo acribillan con barras de hierro. Como no había cocaína que encontrar, le parten una pierna, sacan un soplete y le atraviesan la espalda hasta despegarle la carne de las costillas. Le rompieron ocho y lo dejaron inconsciente.

Son los métodos con los que ha prosperado Ángel Suárez Flores, alias «Cásper», en su particular escalada delictiva de más de veinte años sin conocer la decadencia ni la prisión. Es el rey del crimen organizado en España. Está en la cárcel desde mayo pasado por el robo de más de dos toneladas de droga a traficantes, pero ahora la Audiencia Nacional le acusa de seis secuestros, como el descrito, y de una larga ristra de delitos tras una complejísima y larga investigación de la Brigada Central de Crimen Organizado de la Policía.

El robo de arte

En los últimos años, pasada su época de butronero y ladrón de arte —él y sus socios desvalijaron el ático de Esther Koplowitz en 2001—, se había especializado en desplumar a narcotraficantes de cierto nivel, al «volcado» de droga como se conoce en el argot policial. A seis de ellos, «Cásper» y algunos de sus hombres los torturaron salvajemente —a dos en Algeciras en diciembre de 2009 y a otros cuatro en Lebrija (Sevilla) un mes después—. La del soplete es una de ellas, pero no tenían remilgos en utilizar un hacha para romper huesos o encerrarse una semana en la casa de una familia amenanzando con matarla si no les contaban el escondite de la droga.

El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco ha concedido la condición de testigos protegidos a siete personas, hay medio centenar de imputados y seis delincuentes, el núcleo duro, está entre rejas. El último en caer ha sido el que fuera lugarteniente de Suárez: Juan Manuel Candela Sapieha, alias «Sapo», «Napo» o «Cris», un personaje de novela negra tan escurridizo como su socio. Fue localizado en noviembre cuando lo paró una patrulla de Elda (Alicante). Sin inmutarse sacó una placa falsa del CNI y otra de Interpol. En el coche guardaba unas bridas y una pata de cabra. Se le considera uno de los blanqueadores de la organización.

En los últimos meses, las investigaciones se han centrado en desmontar la lavadora de dinero del complejo grupo con varias ramas operativas. Los agentes han intervenido bienes por valor de doce millones de euros. Solo en relojes, «Cásper» tenía más de noventa mil euros. Había invertido dinero en Camerún, Brasil, en fármacos para el cáncer y hasta en una planta de biodiésel en Ucrania.

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