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Así se curte un infante de Marina

El Cuerpo de élite de la Armada fue creado por Carlos I en 1537; hoy 5.910 militares rinden honor a su historia y gestas

ESTEBAN VILLAREJO

«Con los pocos que éramos, hay que ver la que se ha liado». El general de brigada y subdirector de reclutamiento, Luis Martín de la Hoz, resume con esa idea el proceder histórico de la Infantería de Marina, el cuerpo de élite de la Armada que tal día como hoy, hace 475 años años y bajo el Reinado de Carlos I, vio luz con la creación de las Compañías Viejas del Mar de Nápoles.

En principio eran 125 hombres en cada galera con el objetivo de frenar la influencia del Imperio Otomano en el «Mare Nostrum». Más tarde, con Felipe II en 1566, se constituyó como verdadera fuerza de proyección de desembarco anfibio. La primera del mundo. Le seguirían los ingleses, con los que España empezaba a medir sus fuerzas en la mar océano.

Hoy la Armada cuenta con 5.910 hombres y mujeres que tienen que hacer frente a un verdadero proceso de selección antes de engrosar en este Cuerpo de la Casa Real que tiene a honor «el privilegio de mayor riesgo y fatiga», es decir: «Los puestos de mayor riesgo en el avance y cubrir al extremo los repliegues», explica el general De la Hoz, quien mandó el Tercio de Armada con base en San Fernando (Cádiz) de 2007 a 2009.

¿Qué cualidades debe tener un infante de Marina hoy? «Sobre todo, una alta capacidad psicofísica. Polivalencia para ser medio soldado y medio marino, algo que resume el lema del Cuerpo: “Valientes por Tierra y por Mar”».

Un infante de Marina comienza a curtirse en la Escuela «General Albacete y Fuster» (Cartagena). Allí tendrá un plan de estudios de 750 horas lectivas con una fase de «Formación General Militar» de dos meses de duración y otra de «Formación Específica Militar» de tres meses. Entre las materias se encuentran el «Combate cuerpo a cuerpo»: técnicas con bayoneta y cuchillo, manejo de la tonfa, luxaciones e inmovilizaciones, manejo de prisioneros, golpes y caídas y técnicas básicas de artes marciales.

Principios para vencer el miedo, manejo de estrés de combate, un duro adiestramiento físico, instrucción de tiro de élite, escolta de material sensible o control de incendios son otras de las materias que los infantes de Marina aspirantes a emular a don Miguel de Cervantes Saavedra, «el Manco de Lepanto», tendrán a bien ilustrarse.

Equipos ACAF en Afganistán

Dentro de la Infantería de Marina —cuyo comandante general es ahora el general de división Pablo Bermudo y de Espinosa— hay tres grados de especialización posterior: fuerza expedicionaria (asaltos anfibios por ejemplo en Líbano en 2006), fuerza de protección (seguridad de las instalaciones navales) y fuerza de guerra naval especial. Esta última unidad fue la protagonista del rescate «in extremis» de la rehén francesa Evelyne Colombo secuestrada por piratas en el Índico que la trasladaban hacia la costa de Somalia.

«A nivel de formación y funcionamiento no hay nada que envidiar a los “marines” de EE.UU.», explica el general De la Hoz. Obviamente, este cuerpo de élite de EE.UU., creado 238 años después que el español, está a años luz de cualquier otro cuerpo de élite de desembarco anfibio al contar con 200.000 «marines» y una estructura que no admite parangón con ninguna otra.

¿Y en Afganistán, la misión exterior más exigente a la que hacen frente las Fuerzas Armadas? Desde hace tres años hay equipos ACAF (Adquisición y Control del Apoyo de Fuegos). Compuestos por un oficial bilingüe en inglés, un suboficial, y otros ocho infantes de Marina. Son los encargados de enlazar con Aire en caso de un hostigamiento o ataque. Acompañan siempre a los convoys. Así es para aquellos que tienen a gala el «privilegio de mayor riesgo y fatiga».

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