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El supuesto violador de Esplugues, de fiesta incluso después del crimen

El supuesto violador que mató a un estudiante norteamericano, un vecino ruidoso y moroso con mucho misterio

El supuesto violador de Esplugues, de fiesta incluso después del crimen INÉS BAUCELLS

JAVIER CABALLERO

Los vecinos de Óscar C., detenido como principal sospechoso por la muerte por sobredosis del estudiante americano Crispin Scott y sospechoso de la posible violación de otros jóvenes, nunca imaginaron lo que podría haber estado pasando durante los 4 años que el inculpado ha vivido en su piso de Esplugues de Llobregat. Cada semana, Óscar celebraba al menos una fiesta en casa que duraba toda la noche. Todos pensaban que se trataba de un camello. «Cada vez que celebraba una fiesta, se escuchaba mucho alboroto, no paraban de abrir y cerrar la puerta. Pensábamos que eran personas que venían a comprarle droga», explicaba ayer a ABC María Cubero, vecina de Óscar.

La habitación de María se encuentra pared con pared con la del sospechoso, y su ventana conecta con la cocina de Óscar a través del patio interior. María nunca había oído nada fuera de lo normal, excepto hace cuatro años, cuando un grito le despertó en mitad de la noche. «Escuché gritar “¡Socorro! ¡Socorro!”, a eso de las 4 o las 5 de la mañana. Era muy tarde y estaba dormida, así que no distinguí la voz.» Inmediatamente, María llamó a los Mossos d'Esquadra. Según la vecina, Óscar tardó más de 15 minutos en abrirles la puerta y declaró que había sido él, que había llegado de fiesta y le habían intentado robar. A María la historia le sonó rara, pero no quiso saber más. No tenía ninguna relación con él.

De hecho, ninguno de los vecinos le dirigía la palabra desde hace tres años. Al parecer, Óscar se negaba a pagar la comunidad y otras derramas del inmueble. Tampoco asistía a las reuniones de la comunidad, ni abría la puerta cuando le tocaba otro residente del bloque. Los vecinos, ante esta actitud, interpusieron numerosas denuncias para obligarle a pagar sus deudas, aparte de las constantes llamadas a las autoridades a causa del ruido. «Nunca hizo caso. En cuanto se marchaban los Mossos, volvía a armar jaleo», asegura María.

Estos problemas continuaron después del hallazgo del cuerpo sin vida de Scott. «Esa misma noche ya estaban con la música y bailando», cuenta M. D., también vecino del detenido y que afirma que desde hace un tiempo convivía con otra persona. De hecho, la frialdad con la que Óscar encajó la muerte de Crispin en su piso, incluso aunque supuestamente era accidental, despertó las sospechas de los Mossos.

Uno de los últimos contactos que Óscar mantuvo con la comunidad fue justo con M. D. «Se me acercó hace 3 años en el portal, mientras esperaba a unos amigos, para ofrecerme entrar a su casa a fumar y consumir otras drogas, además de insinuarse. Menos mal que no entré, pienso ahora», relataba ayer.

Los Mossos no han dado detalles sobre las investigaciones, aún abiertas. «Creo que tenemos derecho a saber algo», opina María. Por el momento, los vecinos respiran tranquilos al saber que está detenido.

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