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«Rave» nacionalista en el Bernabéu

La casualidad y el Villarato (décima y undécima musas culés) han propiciado una final Bielsa-Guardiola, y sus «brunetes» mediáticas han visto el cielo abierto para montar una «rave» nacionalista en el Bernabéu con el reclamo tradicional de «Un bote, un bote, español el que no bote» de los encuentros «internacionales» entre Euskadi y Cataluña.

—«Tornarem a xiular (l'himne), tornarem a gaudir, tornarem a vencer!», tuitea Crosas, un ex «nen» educado en los valores de la Masía.

No sé si Villar, que en treinta años de democracia vitalicia ha sido incapaz de llevar una sola vez el chiringuito del Combinado Autonómico («la Roja» para el culto) a San Mamés o al Camp Nou, tendrá hoy el valor (el «gadejo», o ganas de j…, que dicen los cubanos) de señalar al Bernabéu para la «rave» nacionalista.

Sin aflojar la pinza sobre Mourinho, que según el último descubrimiento del periodismo de investigación sería patrono de Faes, los palmeros de Villar le tiran de la chaqueta a Florentino Pérez con el mantra del señorío madridista.

—¡Sería un desaire impropio del señorío madridista!

Para echar a Mourinho apelan a unos pitos de piperos en la tribuna, pero para quedarse con el Bernabéu para su «rave», en lugar de consultar a los socios, apelan al presidente y sus «intereses empresariales» (?).

Y ya que hablamos de señorío y de presidentes blancos, recordemos cómo Santiago Bernabéu resumió ese señorío, que nada tiene que ver con estos cursis, en una anécdota:

—Me acuerdo de aquel partido que perdimos en Chamartín, ante el Barcelona, por cero a cinco. Recuerdo ese silencio sepulcral de los socios; nadie dijo nada, nadie chilló, nadie se quejó. Y me he preguntado muchas veces quién fue el que dijo «vamos a callarnos» y, además, le hicimos caso todos.

Señorío, pues, es callar (¡ay, el vertiginoso pavor del silencio de las —cinco— esferas infinitas!) cuando te hacen cinco de aquella manera, no invitar a tu casa a los coros y danzas ruritanos (¡Ruritania para los ruritanos!) que sólo quieren «xiular l'himne».

Y no será que en Madrid no se comprenden los motivos de esa afición a «xiular» («silbemos, alma, silbemos»), que aquí está leído Cambó como allí no lo está don Ramón de la Cruz:

—Aunque parezca lo contrario —vino a decirnos un día Cambó—, ningún pueblo es tan sentimental como el de Cataluña: nunca, nunca ha reaccionado por otros motivos que los sentimentales.

Hombre, si todos nos vamos a poner sentimentales con esta Copa, que la gran final teósofa Bielsa-Guardiola se juegue en el Campo Municipal de Anduva, en Miranda de Ebro, y se cumpla la palabra de esos millones de españoles que durante estos meses, sin que nadie les preguntara, venían declarando que ellos, después del Athletic o del Barcelona, eran, no del Madrid, sino del Mirandés. Miranda es nudo ferroviario y tiene gobierno de progreso para que el Pep y don Marcelo se sientan como en casa.

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