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Un aterrizaje forzoso

El déficit millonario de los aeropuertos de la región y su falta de pasajeros les condenaba a una reestructuración

Un aterrizaje forzoso F. BLANCO

J. M. A.

Con más de 23 millones en pérdidas a finales de 2010 y a la espera de conocer los datos del año pasado que no auguran nada bueno, según adelantó la ministra de Fomento hace unos días, el futuro de los cuatro aeropuertos de Castilla y León estaba desde hace tiempo muy en el «aire». Pese al esfuerzo de la Junta por tratar de potenciar las instalaciones de Valladolid, Burgos, León y Salamanca destinando cantidades ingentes de dinero para atraer operaciones y conseguir nuevos destinos, lo cierto es que el escaso número de viajeros —porque en el fondo no hay demanda o porque la oferta existente no interesa— y la voracidad de las distintas compañías, que no arriesgan sino reciben euros a cambio, obligaban a una reorientación en busca de la eficiencia y la viabilidad sobre la que ya trabaja la Consejería regida por Antonio Silván en negociaciones con Air Nostrum.

Y es que ninguno de los números que ofrecen los aeropuertos de Castilla y León acaban de cuadrar. Si se habla únicamente del número de viajeros que utilizan estas terminales, el informe de la Comisión Nacional de la Competencia apunta que Castilla y León fue la segunda comunidad pluriprovincial que menos pasajeros tuvo en el periodo 2007-2011 sólo por delante de Aragón que, eso sí, cuenta con un único aeródromo.

De la quema sólo se salva parcialmente Villanubla (Valladolid), que aumentó sus pasajeros en 2011 pero que también los ha perdido respecto a 2007, y, en menor medida, Burgos, que va mejorando sus datos, pero únicamente porque partía de unas cifras casi insignificantes.Mucho peor es la evolución de Matacán (Salamanca) y Virgen del Camino (León) que en 2011 vieron cómo perdían clientes por cuarto año consecutivo en una caída libre que parece no tener fin.

Con una bajada global de más del 20 por ciento de viajeros en cinco años, los cuatro aeropuertos de Castilla y León tampoco pueden presumir de sus «ganancias». Todo lo contrario. Las cuentas de 2010 seguían sin despegar y permanecían instaladas en los números rojos, al registrar en conjunto un resultado operativo negativo de 23,22 millones de euros pese a una ligera mejoría respecto al año anterior salvo en el caso de Burgos que, pese a mejorar en pasajeros, aumentó aun más sus pérdidas que las demás al llegar hasta los 6,89 millones en su «debe».

29 euros por pasajero

En todo caso, el aeropuerto más deficitario de la región es el de León, que cerró aquel año con un desfase de 7,33 millones, justo el doble que el salmantino y dos millones más que el registrado en Valladolid. A estos datos negativos se une además la imposibilidad de la Junta de seguir inyectando millones de euros a estas instalaciones. Si la decisión de la Generalitat de Cataluña y del Ayuntamiento de Barcelona de cerrar el grifo de las ayudas a Spanair desembocó en el cierre de esta compañía, en el caso de Castilla y León la apuesta también es por reducir sus partidas para potenciar los aeropuertos, cifradas en más de 84 millones en el último lustro.

Además de que la crisis impide mantener este esfuerzo, la evolución de las terminales tampoco ha sido la esperada por el Gobierno regional. Según se destaca el informe de la Comisión Nacional de la Competencia, la Comunidad fue la que más fondos concedió en este periodo hasta el punto de que el estudio sugiere que «es posible que en algunos casos» estas cantidades «estén sosteniendo artificialmente la presencia de determinadas rutas, aerolíneas o incluso aeropuertos». Además, en clara referencia a LagunAir, liquidada en 2009, se apunta que recibió un «desproporcionado» montante económico «pese a que su número de pasajeros era muy reducido».

Otro de los argumentos que aporta Competencia y que justifican el cambio que se va a experimentar en los aeropuertos de la región es el hecho de que Castilla y León es la segunda comunidad con más fondos públicos invertidos por pasajero, con una media de 29 euros por viaje sólo inferior a la registrada en Castilla-La Mancha. Especialmente «sangrante» es el caso de Burgos, donde el gasto de la Administración por «billete» se eleva a los 226 euros, mientras que las del resto de instalaciones también se sitúan entre las primeras de España.

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