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Pasión coleccionista

La Fundación Banco Santander reúne 68 obras de una de las mejores colecciones de arte contemporáneo

NATIVIDAD PULIDO

Hay coleccionistas que compran cuadros y los hay que, además de comprarlos, los aman. A este segundo grupo pertenecen Don y Mera Rubell, una simpática pareja de norteamericanos que atesoran una impresionante colección. La Ciudad Financiera del Banco Santander en Boadilla reúne 68 de las más de 6.000 obras adquiridas por los Rubell a lo largo de casi cinco décadas. «Llevamos 47 años casados y 46 años y once meses coleccionando. Nos preguntan si seguimos casados por la colección», comenta divertido Don.

Tras el paso en los últimos años de otras destacadas colecciones internacionales —Daros y Sandretto—, la Fundación Banco Santander abre sus puertas a la Rubell Family Collection. Quisieron Don y Mera Rubell que la selección que viniera a Madrid se centrara en pintura, como homenaje a museos como el Prado, lo primero que suelen visitar cuando aterrizan aquí. Pero elegir solo pintura da una imagen distorsionada de la colección. Parece muy conservadora, cuando en realidad es todo lo contrario: muy rompedora, con lo último en instalaciones, vídeos y fotografías.

Un Cindy Sherman por 25 $

La colección Rubell se gestó en 1964 en Nueva York. Don era estudiante de Medicina y Mera daba clases. Juntos visitaban a jóvenes artistas que exponían en locales comerciales, tomaban café con ellos y les compraban obras. Una de las primeras, una de Cindy Sherman por 25 dólares. Hoy cuesta cientos de miles. Entre aquellos jóvenes, nombres como Richard Prince o Jeff Koons, hoy gurús del mercado. Más tarde, los Rubell heredarían la fortuna del hermano de Don (Steve Rubell), dueño de la mítica discoteca Studio 54 de Nueva York.

Recién llegados de Miami, atienden a la prensa frente al Monte Rushmore, en versión femenina. En una obra de Matthew Day Jackson, en la que sustituye a los cuatro presidentes de Estados Unidos por cuatro mujeres que han luchado por la igualdad y la libertad. Le preguntan cuál es la obra favorita de toda su colección. Imposible decidirse, dicen. Eso sí, comentan que cuando van a los talleres de jóvenes artistas y hablan sobre sus pintores favoritos, «estos eligen a Warhol. Los maduros, en cambio, a Velázquez». «El arte es una aventura, una fuerza vital para toda nuestra familia», advierte Mera. Sus hijos también han heredado esa pasión coleccionista. Su compromiso, dicen los Rubell, es comprar obra a jóvenes artistas y después seguir comprando más trabajos de estos artistas a lo largo de toda su carrera. Su última adquisición, una pieza de Meyer Vaisman, artista venezolano afincado en Barcelona.

En una de las salas se miden Warhol (representado por su «Mao») y Keith Haring, un artista que han seguido los Rubell durante toda su carrera: compraron su primera y su última obra. De este artista se exhiben sus versiones de Marilyn y Elvis Presley, dos mitos warholianos. No faltan nombres tan célebres como Takashi Murakami, Schnabel o Urs Fischer (presente con una compleja instalación que evoca a Pollock). Algunos de ellos hacen en sus obras claras alusiones al arte español: Cecily Brown y Baldessari a Goya, George Condo a Picasso, Luc Tuymans a Zurbarán... Mera recuerda que vino al Prado acompañada por un joven artista que nunca había visitado el museo: «Se quedó sin aliento. Al volver a su estudio se puso nuevos retos». ¿Qué opinan de que se pague en Qatar 250 millones de dólares por un Cézanne? «Ese precio en Qatar es equivalente a 1.000 dólares en otros lugares del mundo. Las obras son impagables para nosotros», contesta Don Rubell.

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