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Triunfo en «casa»

Siempre disciplinado con Ferraz, el secretario regional obtiene su recompensa y regresa a Madrid, donde se formó de la mano de Blanco

Triunfo en «casa» ICAL

ISABEL JIMENO

Como el turrón, pero no por Navidad, sino por obra y gracia del 38 Congreso Federal del PSOE que aupó a Alfredo Pérez Rubalcaba como nuevo secretario general de los socialistas, Óscar López vuelve a «casa». Realmente, nunca se llegó a ir del todo del nido en el que creció políticamente y comenzó a volar, pero ahora desembarca con todo el equipaje. Aunque desde 2008 su nuevo campo de vuelo estaba sobre Castilla y León como líder del principal partido de la oposición, lo cierto es que en estos casi cuatro años siempre dejó algo guardado en el armario para volver a su añorada morada de Ferraz.

Hasta hace casi un año compaginó su frustrada carrera por la Presidencia de la Junta con su escaño por Segovia en el Congreso y desde junio tenía como nueva excusa para estar más tiempo en Madrid el cargo de senador autonómico. Y entre tanto, se ha seguido moviendo por las tuberías de Ferraz en las que se formó entre 2000 y 2008 junto a José Blanco como coordinador de la Secretaría de Organización que él ahora ocupa. Siempre fiel al «aparato», fue uno de los rostros que dio la cara en televisión para explicar los recortes de Zapatero. Con las miras ya puestas en la batalla electoral autonómica del pasado 22 de mayo, el entonces diputado raso y secretario general del PSCL, buen comunicador y dominador de los medios, fue quien justificó incluso en pantalla lo injustificable para muchos votantes socialistas. Se subió a «La Noria» para intentar salvar los muebles del Gobierno tras congelar las pensiones y recortar los sueldos a los funcionarios, entre otras medidas acordadas en la primavera de 2010.

Disciplinado con las siglas a las que pertenece desde 1996, este madrileño licenciado en Ciencias Políticas se ha sabido mover al compás de los tiempos para situarse del lado ganador en el PSOE. Fue uno de los «fontaneros» que estuvo detrás de las dos victorias de Zapatero, se despegó lo suficiente del presidente en sus horas más bajas en su agónico adiós de Ferraz para no sufrir desgaste dentro del partido a la vez que apoyó su gestión en La Moncloa y las imágenes con su maestro y padrino político, José Blanco, prácticamente desaparecieron desde que el ex ministro se vio envuelto en el «caso Campeón».

A la par que el rescoldo de quienes lo fueron todo en las últimas horas doradas del socialismo, esto es, Zapatero y Blanco, se apagaba, López arrimó el ascua al fuego prendido por Alfredo Pérez Rubalcaba. Lo hizo para apoyarle como asesor en la campaña del 20-N que condenó al PSOE al banquillo de la oposición y no dudó en volcarse sin disimulos con el ex ministro en el duelo orgánico frente a Carme Chacón por tomar las riendas del partido. Finalmente su apuesta fue a caballo ganador y la llama ha prendido con fuerza y brillo: número tres del partido y con una tarea interna muy importante por delante para sacar al PSOE de su peor etapa.

«Peaje» con recompensa

Para muchos, el «destierro» a Castilla y León en 2008 tras una nueva derrota del PSCL para tratar de enderezar el rumbo de una formación a a la deriva que no conoce lo que es sentarse en el sillón de la Presidencia de la Junta desde hace casi treinta año fue el «peaje» político del Guadarrama que tuvo que pagar este joven muy bien considerado en Madrid.

Desde entonces, ha vivido en un continuo equilibrio por las cumbres de la sierra que separa Castilla y León y la Comunidad vecina, donde siempre ha mantenido su residencia y su familia. Ahora, la incertidumbre es si continuará caminando entre dos tierras o se lanzará definitivamente por la vertiente madrileño.

Su labor fiel al partido y a los dirigentes de cada momento parece que ha pesado más para recibir este premio que los resultados en Castilla y León. Y es que si llegó con un partido herido tras el enésimo castigo en las urnas, su entrada en el núcleo duro del PSOE tiene lugar con la tinta aún fresca en el expediente de López que recuerda un derrota tras otra. Se estrenó electoralmente en las Europeas de 2009, en las que el PP fue de nuevo la fuerza más votada; continuó con la debacle de las municipales y autonómicas y prosiguió con el cataclismo generalizado de las generales.

Su trabajo interno, en el que siempre ha demostrado su eficacia, parece que es lo que ha primado más allá de los resultado, pese a ser de lo que vive —ahora más bien malvive— el PSOE.

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