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Literatura

'El hijo', una celebración de la vida desde el dolor

Lo que se recuerda vive", dice Michel Rostain, que publica en español el relato que le dio en Francia el premio Goncourt a la primera novela

'El hijo', una celebración de la vida desde el dolor

MIGUEL LORENCI

Casi siete años tardó Michel Rostain (Arles, 1942) en digerir el dolor por la muerte de su único hijo, fallecido con 21 años, víctima de una meningitis fulminante. La pérdida generó una suerte de agujero negro en el ánimo de este director de ópera francés, un enamorado de la música que soñaba con ser escritor. Se aferró a su trabajo y abordó seis exigentes montajes operísticos a los que se entregó en cuerpo y alma. Pero el dolor seguía atenazándolo, hasta que acertó a convertirlo en un canto a la vida. La clave para deshacer "el espantoso nudo de un dolor devastador" fue escribir un libro. Titulado 'El hijo', con un insólito planteamiento en el que el joven fallecido quien narra el dolor y la desesperación de los padres, fue un inesperado éxito que le dio el premio Goncourt a la primera novela en Francia, donde ha vendido más de 80.000 ejemplares. Esta celebración de la vida nacida de un dolor inefable llega ahora a España de la mano de 'La Esfera de los libros' y tras haber sido traducido a una veintena de idiomas.

"Es un relato. No puedo decir que sea una ficción porque mi hijo está muerto, desgraciadamente, y jamás me ha hablado desde el más allá. No soy creyente, algo que ni me enorgullece ni me avergüenza. No creo en otra vidas, pero sí en la pervivencia del recuerdo. Lo que se recuerda sigue vivo. Solo muere lo que se olvida", asegura Rostain. "El libro es así la demostración de que el recuerdo es un manera de imponerse a la muerte, lo que convierte a la historia en verdadera", explica con voz queda y la emoción a flor de piel.

"Es una ficción desde el momento en que dialogo con mi hijo muerto, que es quien nos habla", inisiste Rostain, que perdió a su único hijo en octubre de 2003. "Me gustaría que fuera una novela y que mi hijo no estuviera realmente muerto", precisa. "Desde luego que es autoficción, con la excepción de que no hay 'yo' en el libro, no es exactamente Michel Rostain quien dice 'soy tu hijo'".

"Hablar de mi sufrimiento no sería interesante. 'El hijo' es un relato diferente, una historia en la frontera de muchos géneros y una celebración de la vida. La demostración de que se puede vivir con 'eso', con ese enorme dolor", apunta el autor. "Es también una invitación a celebrar que la vida es fascinante. Hay millones y millones de personas que viven momentos hermosos a pesar de los horrores en los que están inmersos, en situaciones mucho peores que las que yo he vivido", reconoce el escritor de 'El hijo', para quien "todos somos analfabetos de los sentimientos".

Bálsamo

"No he escrito para curarme. Digamos que me había 'curado' antes de ponerme manos a la obra, pero está claro que la escritura puede resultar balsámica. Me maravilla que tanta gente supere dramas y situaciones muy dolorosas, pérdidas, traumas de guerra, a través de la escritura" admite el músico y escritor, que se propuso solo "compartir con los lectores mis emociones". "Lo escribí con esa idea de compartir, no como una terapia, ni con la intención de dar ejemplo o una moraleja", insiste.

Tenía Rostain el sueño de ser escritor desde su adolescencia, pero lo aplazó siempre esperando llegar a la jubilación. Al final, fue una causa más que dramática la que le permitió materializar su sueño "Lo realmente importante para mí era hacer música sobre un escenario, aunque quería escribir y siempre tenía libros en la cabeza. Cuando me jubile tendré tiempo para escribir, me decía, sin sospechar que escribiría sobre la pérdida de mi hijo y que ese libro interrumpiría la escritura de otro con el que no podía continuar tras la muerte de Lion".

Con pudor y delicadeza, Michel Rostain invita al lector a viajar con él a lo largo del duelo más inimaginable mediante un relato desgarrador pero salpicado de humor y que transmite, por encima de todo, un apasionante amor por la vida. Con él vivimos el duelo y la liberación que supuso esparcir las cenizas de Leo en Islandia, el país donde el joven deseaba estudiar, en el mismo momento en que un volcán islandés Eyjafjallajökull paraliazaba medio mundo.

La música, en la cabeza

La música está en lo más profundo del alma de Rostain, que se enfrentó al vacío cuando creaba con su esposa un espectáculo con partitura de Richard Dubelski y textos de Nancy Huston. "Martina, la madre de Leo, y yo nos preguntamos si debíamos cancelarlo. Nos dijimos que no. Leo fue parte de la historia de nuestro espectáculo" explica. "Durante los tres primeros meses el espectáculo y su éxito nos ayudaron a sobrevivir al dolor, a volver a la vida. Después de la muerte de Leo, todavía muy deprimido, empecé a tocar a Bach. Continué luego con otras piezas musicales, óperas de Mozart, Donizetti, Yoshida, Cavanna, y Hersant que me ayudaron mucho", enumera.

"No me detengo, en mi cabeza suena continuamente la música. Pero la escritura ocupa ahora un lugar nuevo y poderoso en mi vida", explica Rostain, que quiso dar una calidad musical y poética a un texto muy depurado.

"Leo en voz alta Cada frase que escribió para asegurarme de la musicalidad" explica. Asegura que la primera frase del libro -'Papá va descubriendo cosas'- está escrita siguiendo un pauta rítmica y que sin esta pauta le hubiera sido imposible seguir adelante. "La música le da sentido al libro. La escritura sin esa musicalidad no me interesa. Es más importante dónde te llevan las palabras que lo que significa. Como un sonfonía de Beeethoven, que no sabes lo que es pero te atrapa y te lleva" explica.

Jubilado tras cuatro décadas de profesión, Rostain tiene ya entre manos su segunda novela. La había planeado antes de la muerte de su hijo y de que su vida se trastocara. Está, cómo no, ambientada en el mundo de la música. "El bajo Dietrich Fischer-Dieskau me dijo que los músicos, como los toreros y muchos artistas, tiene dos muertes: la primera, antes que la definitiva, les llega cuando acaban sus carreas, y es eso lo que trato de contar a través de una cantante que se niega a dejar los escenarios", concluye.

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