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Una mirada al abismo económico

La Filmoteca y el Aula de Cinema de la UV nos proponen a partir de febrero el ciclo "Imágenes de la crisis”, con películas que retratan desde el crack del 29 a los desmanes de Walll Street

Una mirada al abismo económico

VICTOR GINER

En enero de 2008, en plena tormenta financiera provocada por las tristemente célebres hipotecas subprime, el trader Jerôme Kerviel saltó a la fama por causar perdidas a su banco por un valor de casi 5.000 millones de euros. El trabajo de Kerviel consistía en especular con cifras astronómicas en los mercados de futuros, hasta que en algún momento erró su predicción. Nada extraordinario para el capitalismo de casino, si no fuera por el volumen de las pérdidas y el perfil del responsable, un joven de treinta años. La historia de Kerviel ha protagonizado desde entonces novelas, ensayos, obras teatrales, un cómic y numerosos rumores sobre la compra de derechos para una película. Sin duda, la ficción se nutre de una realidad que cada día parece más una ficción.

Las crisis económicas y sus consecuencias sociales fueron desde los orígenes del cine un filón narrativo para los guionistas y un quebradero de cabeza para sus productores, que en tiempos de falta de liquidez siempre han preferido apostar sobre seguro, como muestra el aluvión de reestrenos que Hollywood prepara para esta temporada.

La madre de todas las crisis capitalistas, la Gran Depresión, ha sido retratada hasta la saciedad por la industria norteamericana, aunque en su momento hubo que esperar a que el New Deal de Roosvelt empezase a dar resultados para abordar la temática; tanto la industria como el espectador necesitaban cierta perspectiva para poder lanzar una mirada al abismo económico. Una afortunada excepción, El pan nuestro de cada día (1934) de King Vidor, podrá verse en el ciclo que el Aula de cine de la Universidad de Valencia dedicará a este periodo histórico. Aunque la lista de ausencias en el mismo es interminable, no hay que restarle mérito a un programa coherente que incluye la indispensable Los viajes de Sullivan (1941) de Preston Sturges, que si bien no puede considerarse una película central dentro del cine de la Gran Depresión, contiene una necesaria reflexión sobre el papel de los creadores en tiempos de crisis.

Retratos benévolos

Desde su nacimiento, Hollywood fue una industria en manos de los bancos de inversión de la Costa Este. Sus cintas sobre las crisis, lejos de poner en cuestión el sistema capitalista se limitan a reivindicar la honradez de la América trabajadora y la economía real frente a la especulativa, como muestra la reciente The Company Men (2010), ingenua reivindicación del «Made in América».

En Europa, son las regiones de mayor industrialización en el siglo XIX, Reino Unido y Valonia, las que han desarrollado en las últimas décadas una cinematografía de la crisis. En el caso británico, el trauma social que supusieron las políticas ultraliberales de Margaret Thatcher en los ochenta y el desmantelamiento de su industria pesada calaron en el imaginario colectivo y están en el origen del cine socialmente comprometido que tiene a Ken Loach como máximo exponente, junto al que encontramos un cine comercial que ha sabido conjugar la comedia con el retrato de la crisis, es el caso de películas como Full Monty (1997) o Billy Elliot (2000). En la región francófona de Bélgica, los deprimidos paisajes postindustriales de ciudades como Lieja o Charleroi son protagonistas, mostrando las cicatrices que la recesión económica y el desempleo (o infraempleo) dejan en el individuo, como muestra la laureada obra de los hermanos Dardenne.

El corralito argentino

El realismo social no ha sido la única respuesta cinematográfica a las crisis, la Alemania de República de Weimar la retrató desde el simbolismo expresionista, mientras que Argentina ha abordado su última crisis desde todas las disciplinas artísticas y en el caso del cine, en todos los géneros y formatos. El trauma nacional que supuso el corralito financiero y el dramático empobrecimiento de las clases medias se tradujo en un aumento significativo de la producción cinematográfica, que a modo de terapia colectiva ha tratado de indagar en los males del capitalismo neoliberal.

La ficción tiene sus limitaciones a la hora de denunciar directamente a los responsables de la crisis, o en todo caso requiere de un artificio que diluye la fuerza acusatoria, siendo el documental un vehículo más apropiado para estos fines. En los últimos años se han prodigado los documentales sobre la reciente crisis financiera, destacando por su extraordinaria pedagogía Inside Job (2010), que se proyectará en el ciclo de la Filmoteca sobre el crack financiero actual. Junto a ésta podremos ver La doctrina del shock (2009) basado en el ensayo homónimo de Naomi Klein; y Debtocracy (2011), sobre la crisis de la deuda griega. Ambas obras destacan por su activismo social que les ha llevado a optar por una masiva distribución a través de Internet, con la esperanza de crear opinión y sumar militantes a la causa de un capitalismo de rostro humano.

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