Cristina Cifuentes: «El 15-M está en manos de la ultraizquierda»

-¿Quién y cuándo le comunicó su nombramiento?

-La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, por teléfono, el día antes de que mi nombramiento fuese a Consejo de Ministros.

-¿Se lo pensó dos veces?

-No. Acepté inmediatamente.

-¿Cómo afronta este reto? No es un cargo fácil.

-Creo en la política como servicio público. En este cargo puedes hacer mucho por tus conciudadanos. Soy madrileña y llevo en la política madrileña 20 años. Es un puesto de muchísimo orgullo, un honor para mí servir a los madrileños desde la Delegación del Gobierno.

-¿Qué hay que hacer ya para atajar la oleada de inseguridad en el sector comercial y, especialmente, en el de los joyeros?

-Varias cosas. Cambios en la Ley de Enjuiciamiento Criminal para contemplar la multirreincidencia, y probablemente otros cambios legislativos. Desde la Delegación del Gobierno podemos hacer una labor de coordinación entre Policías Locales, Policía Nacional y Guardia Civil. Madrid es la segunda capital más segura en toda Europa, pero es verdad que está habiendo una serie de asaltos organizados y que tenemos que tomar medidas para atajarlos. Hay que abordar la delincuencia desde diferentes puntos de vista, porque no toda es igual y, por tanto, las medidas no son iguales. Tenemos bandas organizadas y bandas internacionales. Lo que quiero sobre todo es optimizar los recursos, y eso tiene que ver con la distribución de las personas que se dedican a la seguridad. Porque la presencia policial tiene también un efecto disuasorio.

-¿Van a sacar a la calle a policías que estén haciendo otras labores?

-El objetivo es una reorganización para optimizar los efectivos, para que cada policía y guardia civil esté donde realmente se le necesita.

-Insisto. ¿Echa de menos entonces más efectivos patrullando?

-No es exactamente eso. Queremos que los ciudadanos se sientan más seguros. Si, ocasionalmente, eso supone que en un momento o lugar determinados tenga que haber más policías, los habrá. Pero no quiero quedarme con el titular de que haya más policías en la calle, porque eso sería quedarnos cortos con el que realmente es nuestro objetivo: que la gente se sienta más segura. Hay que acelerar la actuación de los órganos judiciales frente a determinados problemas. El objetivo es convertir Madrid en la comunidad y ciudad más seguras.

-Entiendo que está a favor de reformar la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

-Estoy absolutamente a favor, y así lo contempla el programa electoral del PP. Pero es que, además, estoy esperanzada y confiada en que esa reforma legal se produzca cuanto antes. Pero con independencia de ello lo que también quiero es escuchar las propuestas de los joyeros. Una reforma legislativa contribuiría a que se pudiera avanzar en la resolución del problema. No es una cuestión de poner más Policía, porque está funcionando con muchísima eficacia. El problema es que los detenidos entran por una puerta y salen por la otra. Y eso provoca una grave frustración a los policías, que ven cómo su estupendo trabajo no sirve para nada. Que los agentes también vean que todo su trabajo sirva para algo y los delincuentes no salgan por la puerta a los cinco minutos para volver a delinquir.

-¿Estaría a favor de reformar la Ley del Menor, para que no se repitan situaciones como la de «El Rafita», uno de los asesinos de Sandra Palo?

-Sí. Tiene que haber una reforma, que diferencie los casos como el de Sandra Palo, donde no sólo hubo un asesinato con ensañamiento, sino violación. La minoría de edad no puede provocar la impunidad frente a determinados crímenes. Hay posibilidades, como que una vez cumplan la mayoría de edad, pasen de los centros de menores a la cárcel. Casos como el de Sandra Palo o Marta del Castillo producen alarma social y no se pueden repetir. Las reformas legislativas son fundamentales para evitarlos.

-¿De qué manera está afectando la crisis a la delincuencia?

-Aún no tengo los datos, pero seguro que, por lógica, tiene que afectar. Lo vamos a ver, por desgracia. Pero vamos a evitar que eso ocurra. Se nota mucho en hurtos de productos de primera necesidad, incluso alimenticios. Pero estoy convencida de que con las medidas que va a tomar el Gobierno de la Nación vamos a salir de esa situación, que es temporal y ocasional.

-¿Tienen los «indignados» de mayo y los de enero razones para salir a la calle?

-Éramos muchos los ciudadanos que estábamos indignados con las políticas de Zapatero. En sus orígenes había malestar por el paro y por gente que buscaba también una regeneración de la vida política. Todo ese movimiento inicial queda desvirtuado en el momento en que hay unas elecciones locales y autonómicas y luego unas generales. Y ha ido derivando a un sesgo más político, radicadizándose. De hecho, en estos momentos, el movimiento «indignado» está en manos de la ultraizquierda. Tiene mucho que ver con movimientos antiglobalización y antisistema. A lo que no tiene derecho nadie es a ocupar las calles de una manera ilegítima, descontrolada e impune.

-¿Hubiese permitido dos meses de acampada en la Puerta del Sol?

-No. Y menos en plena época electoral. No quiero entrar a juzgar la actuación de mis predecesores. Pero no habría permitido que se desoyera la orden de la Junta Electoral, que prohibía que en la jornada de reflexión hubiese una concentración de esas características. No se puede tomar la calle. No hubiera permitido que en plena Jornada Mundial de la Juventud pasase una manifestación justamente por el epicentro de donde estaban los peregrinos y que durante dos meses seguidos unas personas hubiesen llevado prácticamente a la ruina a los comerciantes de la zona. Entiendo que era una situación muy difícil, que las decisiones que se tomaron no fueron fáciles, y no conozco bien las circunstancias en que se tomaron aquellas decisiones.

-Ahora, en vez de la calle toman edificios.

-Las «okupaciones» han existido siempre, pero es verdad que ahora tienen más repercusión y que el movimiento 15-M está muy fronterizo con algunos elementos del movimiento 15-M. Garantizo que, frente a las «okupaciones» se va a actuar con la mayor rapidez posible y aplicando todos los instrumentos legales a nuestro alcance. Voy a encargarme de que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad actúen en aplicar la ley y de la manera más rápida posible.

-¿Va a seguir adelante con los expedientes abiertos a ciudadanos durante las protestas del 15-M?

-No voy a guardar ni uno en el cajón. Todos los expedientes pendientes los voy a ver y los voy a resolver, en un sentido u otro. No se va a guardar nada debajo de la alfombra.

-¿Se abre una etapa política más tranquila al estar el PP en las tres administraciones?

-Eso supone que va a haber más fluidez institucional. Pero es probable que en los próximos meses haya conflictividad, porque estamos en un momento de crisis y recortes, y hay que adoptar una nueva reforma laboral. Nadie quiere tener a los sindicatos, a los profesores ni a los médicos en la calle, pero es previsible que haya más conflictividad en la calle. Si aumenta, tendremos que preservar el orden público, y esa es una de nuestras prioridades, compaginándolo con el derecho de manifestación.

-Seguramente, en su contra se dirá que puede actuar al dictado de Esperanza Aguirre, que ha sido su “madrina” para llegar a la Delegación del Gobierno.

-No voy a actuar al dictado político de nadie. Soy la delegada del Gobierno en Madrid, y por tanto las instrucciones políticas me las marca el Gobierno de la Nación, y nadie más. Obviamente, voy a tener la mejor relación institucional con Aguirre, Ana Botella y con todos los alcaldes de la región. Además, estoy segura que Esperanza Aguirre no me va a dar nunca una consigna política. Ella sólo quiere tener una delegada del Gobierno que cumpla y haga cumplir la ley en Madrid.

-¿La ha llamado Tomás Gómez, Lissavetzky o Gregorio Gordo tras su nombramiento?

-Me ha llamado Gragorio Gordo, con el que tengo mucha amistad. No pudo venir a la toma de posesión por problemas de agenda, pero me he sentido muy respaldada por compañeros de IU, como Antelo Ruiz, diputados de IU, Ángel Pérez. Lissavetzky me llamó para felicitarme, porque también tenemos una amistad de hace muchos años. No podía venir porque tenía una reunión con Tomás Gómez.

-¿Qué habría que hacer con la Cañada Real?

-Es uno de los grandes problemas. Hay muchas administraciones implicadas. Como delegada del Gobierno voy a mediar entre todas. Está en la hoja de ruta y entre las prioridades de Ana Botella, Esperanza Aguirre y el resto de alcaldes implicados. Es un asunto nada sencillo.

-¿Ve bien que se haya eliminado la narcosala de Las Barranquillas?

-Ya no tenía mucho sentido, porque Las Barranquillas han desaparecido. Lo lógico es que la asistencia vaya allí donde están los drogadictos.