Armas Marcelo presenta su novela sobre Francisco de Miranda

Dos titanes iberoamericanos, el poder frente a la libertad, dos tipos obsesivos, virulentamente vanidosos, ilustrados, venezolanos; Miranda Francisco, el primer americano , el hombre que sueña una confederación semejante a la de Estados Unidos, y Bolívar, Simón, el todopoderoso. J. J. Armas Marcelo novela, por vez primera, en «La noche que Bolívar traicionó a Miranda (Edhasa) cinco horas cruciales en las que Bolívar va a detener a Miranda. Armas Marcelo mete el carnívoro cuchillo en aquellos trescientos tristes minutos de América Latina. Enemigos íntimos, ahí se ejecuta el amor-odio del alumno al maestro, al hombre admirado a quien tratará de traidor, después de que Miranda le elevara a coronel, y le abriera los brazos: «Bolívar se dio cuenta de que el gran obstáculo para llegar a ser el gran Simón Bolívar que fue era Miranda», expuso Armas Marcelo en la presentación de su novela, en un acto en el que intervinieron Lourdes Ventura y Daniel Fernández.

Recordó Armas Marcelo que Miranda piensa, escribe, viaja y conquista a todos los mandatarios del mundo; de él Napoléon dijo que era un Quijote de la política latinoamericana. «Y es también gran seductor, lo que hace del personaje una leyenda semejante a la de Casanova», sostuvo Armas Marcelo, obsesionado desde hace veinte años con la vida y obra de Francisco de Miranda, que novela con pasión y maestría: «Miranda es un hombre de la Ilustración, de libertades y, en el fondo, lo que se estaba configurando en mi cabeza era una tragedia clásica», confesó el autor, una pugna entre un hombre de libertades y un hombre de poder; Bolívar vs Miranda. Simón Bolívar es el poder de la Historia frente a la libertad de la leyenda: «Miranda es hijo de canarios y por eso no tiene pureza de sangre; leía griego y latín, en francés a los enciclopedistas, y en Londres formó una biblioteca legendaria con seis mil volúmenes valiosísimos, que se remataron “a pedazos”». En la novela, cuando Bolívar nombra generalísimo a Miranda hay una obra que el primero mira y el segundo le regala, «El arte de la guerra», de Sun Tzu. «Se trata de un elemento de ficción porque mi novela es un libro de Historia lleno de inexactitudes, que son las que marcan el camino de la ficción», concluye.