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arte

Nórdicos del Prado

Novacaixagalicia ofrece una oportunidad única de conocer de primera mano la obra de los más destacados maestros del género paisajístico que surgieron a lo largo del siglo XVII en Flandes y Holanda

Nórdicos del Prado MIGUEL MUÑIZ

por elena pérez

«Paisaje alpino» de Tobias Verhaecht, uno de los maestros de Rubens; «La vida campesina» y «Boda campestre» de Jan Brueghel el Viejo, además de «La visión de San Huberto» que pintó en colaboración con Rubens o el «Mercado y lavadero en Flandes» en colaboración con Joos de Momper el Joven; «Paisaje con gitanos» y «Tiro con arco» de David Teniers, o los dramáticos «Asedio de Aire-sur-a-Lys» de Peeter Snayers y el «Bosque» de Simon de Vlieger, son solo algunas de las 52 obras, pertenecientes al Museo del Prado, que hasta el próximo 26 de febrero se podrán disfrutar en la Fundación Novacaixagalicia de la capital gallega.

Los fondos de la primera pinacoteca nacional regresan de nuevo a Galicia con una exposición dedicada al paisaje gracias a la colaboración del Consorcio de Santiago y la entidad gallega, en una muestra que no solo destaca por la extraordinaria calidad de las obras que la componen, sino por la aproximación que plantea a las diferentes expresiones paisajísticas que surgieron a lo largo del siglo XVII en Flandes y Holanda. Los grandes maestros del género se dan cita en «Rubens, Brueghel, Lorena. El paisaje nórdico en el Prado» en un recorrido por el evocador mundo del paisaje nórdico, a través del que se puede apreciar la maestría con la que los pintores representaron con fidelidad montañas, bosques, campiñas, ríos, mares, parajes cubiertos de nieve o canales helados, inmersos en una luz naturalista.

Avalada por éxito de las muestras anteriores, NCG vuelve a sorprender al público con una de las mejores representaciones de los llamados «nórdicos», aquellos que supieron desprenderse de la pintura histórica propia de la época a favor de los asuntos cotidianos. Un género independiente en el que el asunto representado pasa a un segundo plano como pretexto para representar la naturaleza.

Pintura Flamenca

La comisaria Teresa Posada Kubissa, conservadora de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte, propone un breve recorrido, a través de nueve secciones por las distintas tipologías de paisaje que surgieron a lo largo del siglo XVII entre los pintores de las tierras que estaban más allá de los Alpes y fundamentalmente en los Países Bajos. Así, con «La montaña: cruce de caminos, encuentro de viajeros», se pretende poner en valor una de las cuestiones más sugestivas de la pintura nórdica entre pintores, tratadistas y coleccionistas de unas tierras que eran eminentemente llanas. Ya en el «El bosque como escenario: La vida en el bosque, El bosque bíblico y El bosque encantado», Paul Bril, Gillis van Coninxloo y Jan Brueghel el Viejo enfrentan al espectador con el bosque, invitándole a explorarlo.

Especial mención merece en «Rubens y el paisaje» uno de sus máximos exponentes. Aunque la fama le llegó como pintor de historia, Rubens no dejó de lado el paisaje, siendo éste el único género que cultivó durante sus últimos años. Recurrentes eran las representaciones propagandísticas y, por tanto, idealizadas, de «La vida en el campo», escenas campesinas que hoy constituyen documentos de primera mano para conocer la recuperación del país tras las penurias de la guerra. «En el jardín de palacio», la exacta reproducción de los edificios y de su entorno han sido determinantes en el estudio de la evolución arquitectónica de las construcciones.

Las vistas de canales helados con gentes ocupadas en sus tareas o disfrutando de su tiempo libre se reflejan a la perfección en la sección «Paisaje de hielo y nieve»; mientras que el agua y el cielo en «Paisaje de agua: marinas, playas, puertos y ríos» dan fe de que los navíos y las barcas de pescadores eran un elemento narrativo insustituible. Por último, «Paisajes exóticos, tierras lejanas» deja al descubierto el interés de los pintores nórdicos por las tierras lejanas a las que el fabuloso desarrollo comercial impulsado por Holanda llevó a sus comerciantes. La exposición concluye con algunos de los paisajes encargados por el monarca español Felipe IV para decorar el palacio del Buen Retiro de Madrid a Claudio de Lorena, Jan Both y Herman van Swanevelt.

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