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Álvaro Pombo gana el premio Nadal con «El temblor del héroe»

El Josep Pla para narrativa en lengua catalana lo obtuvo Rafael Nadal

SERGI DORIA

Reza el dicho ignaciano que «en tiempo de tribulación no hacer mudanza»… El premio Nadal apuesta por un valor seguro y un juego de palabras para festejar las sesenta y ocho ediciones desde que comenzó su andadura reconociendo a la entonces desconocida Carmen Laforet: eran aquellos tiempos en que el Nadal desvelaba nuevas voces. El valor seguro es Álvaro Pombo (Santander, 1939), con «El temblor del héroe», y el juego de palabras se produce casi tres décadas después de su debut en la novela con otro héroe, «El héroe de las mansardas de Mansard» (premio Herralde del 83). Hay que decir que Pombo es un entusiasta lector de Carmen Laforet. Cuando visitó Barcelona en 1975, en busca de editor, lo primero que hizo fue recorrerse entera la calle Aribau, donde vivía la protagonista de «Nada», una novela que, según asegura, «sería capaz de recitar de memoria».

El jurado, formado por Germán Gullón, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello, Ángela Vallvey y Emili Rosales, ha otorgado los 18.000 euros del galardón a esta novela que protagoniza un profesor universitario jubilado que ha perdido la ilusión y bucea en los momentos más bajos de su existencia. El protagonista habrá de asistir a un drama humano, ante el cual será incapaz de reaccionar.

El Madrid contemporáneo

Ambientada en el Madrid contemporáneo, «El temblor del héroe» es una historia sobre la manipulación y la insensibilidad ante el dolor de los demás, una novela de ideas que constituye un alegato a favor de la buena pedagogía y contra las funestas y dramáticas consecuencias que acarrea la falta de compromiso.

La novela para Pombo «es un género híbrido y gran parte de su encanto proviene del carácter aluvial de sus materiales». Ayer no tuvo dudas al recibir el premio: «El lugar de la verdad son las narraciones», reconoció. Más de cinco años después de ganar el Planeta con «La fortuna de Matilde Turpin» —actualmente forma parte del jurado del premio—, Pombo se alza con el Nadal y completa un palmarés en el que destacan títulos como «El metro del platino iridiado» (premio de la Crítica, 1991), que le consagró en Anagrama; «Donde las mujeres» (premio Nacional de Narrativa 1996), «La cuadratura del círculo» (premio Fastenrath de la RAE) y «El cielo raso» (premio de la Fundación José Manuel Lara, 2001). A la hora del balance, Pombo recuerda que los libros que escribió entre los años setenta y ochenta «gustaban a los críticos y apenas existían para los lectores». Cuando ganó el premio Herralde de novela con «El héroe de las mansardas de Mansard», se lió la manta a la cabeza, «dejé la oficina y me empeñé en vivir de la pluma». A su trayectoria de escritor y académico desde 2004, hay que añadir su activismo político en las filas de la Unión Progreso y Democracia de Rosa Díez. En estos últimos años, sus apariciones televisivas le han granjeado visibilidad social. Pombo nunca pasa inadvertido: «Mi presencia en cualquier lugar público provoca dos reacciones básicas: la de quienes me riñen y la de quienes me felicitan», bromea. Desde su condición de homosexual —reflejada en «Contra natura» (2006)— se muestra crítico ante eventos como el Día del Orgullo Gay, que considera una manifestación de exhibicionismo, trivialización y ausencia de autocrítica.

El otro premio de la noche literaria, el Josep Pla de narrativa en lengua catalana, recayó en «Quan érem feliços» («Cuando éramos felices»), del periodista Rafael Nadal, una novela de carga autobiográfica sobre una familia numerosa de doce hermanos en la Gerona de los años de posguerra.

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