Detrás de su corbata

A don Juan Domínguez Bautista se le ha empezado a conocer porque actualmente es el vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria y su consejero de Industria, Comercio y Artesanía. Este tal vez sea el aspecto más fácil de apreciar por los ciudadanos, pero ¿quién es realmente Juan Domínguez?, ¿cómo es en la corta distancia?, ¿cuál es la esencia que define sus principios? Una extensa, amistosa y muy distendida conversación con el señor Domínguez ha sido la base para sustanciar este artículo y, a petición suya y puesto que vamos a hablar del hombre y no del político, a partir de ahora y para referirme a él, utilizaré un trato “menos oficial”.

Si de mi dependiera hacer una analogía de esas que ahora se llevan tanto, diría que Juan Domínguez es como un libro. Sí, sí, como uno de esos tomos llenos de experiencias en la que cada una de sus humildes páginas va dejando el registro del continuar de la vida. Por muy diferentes e incluso contrapuestos que pudieran ser los asuntos que en ellas se relatan, todas están unidas por un profundo hilo conductor: la honestidad. Desde su más rebelde etapa adolescente Juan se definió como una persona disconforme con todo lo establecido si aquello que afrontaba se le presentaba como estático e inmodificable.

Siempre estuvo motivado por la sensación de que las cosas se pueden mejorar, especialmente las que han de hacerse por y para los demás. Los términos “absoluto y continuismo” nunca tuvieron cabida en su mente. Influenciado por el espíritu de la también adolescente democracia prefirió vivir las experiencias de primera mano antes de que nadie se las versionara. Y lo hizo, pero con cordura. Sabía perfectamente lo inestable que era la senda por la que pretendía transitar y por eso, antes de iniciar su camino decidió dar seguridad a su “campamento base”. Entonces, en 1990 se hizo funcionario ejerciendo como vigilante de Aduanas de la Agencia Tributaria. Contrajo matrimonio con Meluca, su novia de siempre, con la que sigue felizmente casado y con la que comparte la experiencia de ser padre de dos hijos. Si la templanza en la toma de decisiones es una de las constantes más reseñables en el carácter de Juan Domínguez, ésta se afianzaría aún más a partir la paternidad que él mismo define como “lo más importante que ha ocurrido en su vida”.

Justamente eso, la preocupación por sus hijos, por modelo de sociedad que heredarían y por los valores y el ejemplo que la familia les pudiera transmitir, fue lo que lo llevó a implicarse en todos esos factores civiles, educativos y éticos para intentar mejorar esa herencia social. Buceando entre muchos de todos esos campos incluso recaló en el ámbito sindicalista para defender los derechos de los trabajadores de su ramo, llegando a ser Secretario General de la Sección Sindical de CC.OO. Especialmente interesado por la teoría política más que por su actuación en la primera línea, tomó la opción universitaria en la que estudió Ciencias Políticas.

Como en todo buen libro, cada capítulo, cada tomo de la vida de Juan Domínguez ha sido escrito con intensidad y con total entrega, pero sin perder la serenidad. Cerrando cada capítulo para poder ir escribiendo los siguientes con el mismo entusiasmo que los anteriores. Sin embargo, y tal vez limitados por la incapacidad de cada cual, muchas personas han malentendido esta forma de fundamentar la vida, y desde los más recónditos y particulares recovecos mentales, surgen los pareceres de cada quien. En el ámbito político Juan Domínguez madura y se define como una persona de centro, liberal y con un marcado interés en la defensa de lo que él llama “lo nuestro”.

Sin grandes aspavientos y desde luego sin ninguna tendencia independentista encuentra en la propuesta del Centro Canario Nacionalista el espacio político para desarrollar esas otras inquietudes sociales, y sin dudarlo la acepta. A partir de entonces y tras ir superando las normales vicisitudes internas, el CCN lo postula como candidato a consejero del Cabildo de Gran Canaria, cargo al que accedió tras ser elegido en las pasadas elecciones autonómicas y locales en las que el Partido Popular de la mano de José Miguel Bravo de Laguna, obtuvo mayoría para gobernar en esta institución necesitando sin embargo, la suma de un consejero más para asegurar la estabilidad de su gobierno. Este apoyo lo obtuvo en primera instancia gracias a la suma de los consejeros de Coalición Canaria y del Centro Canario Nacionalista.

Pero Juan Domínguez (CCN) no lo hizo como el tercer consejero de una coalición formada exclusivamente con fines electorales entre CC-CCN, sino como el primer y único consejero de su partido. Y ese pacto entre caballeros consolidado mediante la palabra dada en aquella primera instancia, lo mantuvo para asegurar que con su apoyo se cumpliría la voluntad del pueblo grancanario en las urnas, incluso cuando las intenciones del partido del señor Fernando Bañolas eran las de cambiar el deseo de los ciudadanos mediante la presentación de una moción de censura al presidente ya electo del Partido Popular.

Esta indudable muestra de lealtad y honestidad de Juan Domínguez hacia la persona de José Miguel Bravo de Laguna, hacia los ideales de su partido y lo que es más importante, hacia sus propios principios y convicciones, también fue maquiavélicamente juzgada por Coalición Canaria. Por el contrario y como no podía ser de otra forma, fue públicamente reconocida y valorada por el presidente del Cabildo, que ofreció a Domínguez su Vicepresidencia. Estas son pocas líneas para pretender reflejar algunos de los valores que en esencia se perciben cuando en la distancia corta uno comparte una conversación distendida y amistosa con alguien tan humilde y familiar como Juan Domínguez. Sin duda, un buen hombre.