Declive poblacional

LA sangría demográfica sigue su curso en Galicia. Impenitente. El crecimiento vegetativo se invierte. Más defunciones que nacimientos. Galicia está envejecida. Lo estará aún más en la próxima década. Y en un momento donde el estado de bienestar se habrá reducido y los servicios públicos mitigado. Coexistirán iniciativas públicas con privadas. Y como siempre quien pueda pagarlas recibirá la mejor asistencia.

Tenemos la mejor generación de jóvenes formados y preparados. Pero tienen que irse fuera. Fuera de Galicia, incluso de España. La crisis económica ha golpeado a nuestra comunidad con fiereza y sin límite. A un paro galopante y con cifras nunca alcanzadas, con una dinamización empresarial ahora mismo estancada y sin crecimiento, con una drástica restricción del crédito, con una bolsa migratoria que ya no viene a nuestra comunidad y que había empujado el crecimiento y también los nacimientos, con un campo y mundo rural que se está despoblando agigantadamente, el futuro y las perspectivas son desalentadoras.

Urge una revitalización demográfica y urge en un momento de crisis social y económica como no se conocía desde hace muchas décadas en Galicia. Si la estadística cumple sus previsiones, en dos o tres décadas la pérdida poblacional nos conduce a una realidad compleja, deficitaria y estancada hacia una total situación de dependencia e irrelevancia a efectos del conjunto del estado.

Hace falta algo más que comisiones de expertos que certifiquen la realidad y la evidencia, pero sin que poco más se sepa que hagan y propongan, hace falta acción, decisión y políticas activas no sólo de fomento de la natalidad, sino de revertir el declive migratorio que hace que miles de gallegos se marchen y sigan marchando de nuestra tierra. Pertenece tal vez a nuestra propia idiosincrasia y particularidad gallega. Tierra de emigrantes por el mundo en lo que es la segunda mayor diáspora humana en el mundo. Los retos son titánicos para la Galicia presente, pero sobre todo futura. Piénsese solo en la seguridad social, en las pensiones, en la asistencia; pero también en la morfología de una región y una comunidad que se vacía y envejece. Revertir la situación es algo hercúleo, incluso improbable. Tomemos nota, concienciación. Mañana será tarde.

La tasa de reposición, la que asegura la supervivencia y viabilidad, progreso y desarrollo, no se alcanza. Lejos del 2,1 de hijos como tasa constante por mujer que repone demográficamente una sociedad, en Galicia apenas se supera el 1,1. Es un lento declive generacional, un drama que nos convierte en la tercera región con menor tasa de fecundidad de la UE. Lo dicen las estadísticas, y lo dice desgraciadamente la realidad. Un drama que se hace más palpable en Lugo y Orense, y sobre todo en las zonas rurales y de montaña. Soledad, silencio, despoblación y envejecimiento sin que tampoco las perspectivas asistenciales para nuestros mayores sean óptimas ni siquiera accesibles.

Unamos ahora las tasas y umbrales de pobreza en nuestra comunidad, más los cuatro mil sintecho . Es la hora de políticas sociales y servicios esenciales que no pueden minorarse, al contrario.

Pero, ¿de dónde esas partidas? ¿Por qué, cómo, hasta cuándo? No sólo son las claves económicas las predominantes, también las culturales y sobre todo sociales, las nuevas tendencias familiares (en ocasiones monoparentales), las perspectivas profesionales, el trabajo o el desempleo, la altísima edad de abandono del hogar de los hijos y cierta emancipación, la calidad de los servicios y prestaciones sociales (cuando no su ausencia), la marcha de una inmigración latinoamericana con fecundidad más alta, familias desestructuradas, rupturas matrimoniales, edad alta para tener el primer hijo, ausencia de ayudas, etc. Muchas regiones de Europa con un PIB inferior al gallego tienen una tasa de fecundidad mayor, óptima para lograr la reposición.