LOS OTROS «MINISTRABLES»
Las quinielas acertaron lo justo en una tarde de nervios y esperas
C. M.
MADRID
El hermetismo y la insólita reserva del presidente Mariano Rajoy hasta la hora convenida para revelar su apuesta desquició ayer a sus detractores, pero también a muchos fieles. Muchos fueron los «llamados» a llevar cartera ministerial y solo 13 los elegidos. Todos apuraron el ... día consumidos por la tensión y la espera.
Nadie se saltó el guión marcado por el jefe de filas y ni un solo nombre se filtró antes de tiempo. No hubo quinielas de pleno, pero algunas se aproximaron bastante. Los «ministrables» apartados de su objetivo, o del foco de otros, a golpe de comparecencia pública de las 19.30, callaron y siguieron esperando. Algunos con grandes expectativas aún para ocupar las Secretarías de Estado y otros desposeídos ya de la confianza extrema.
Los colaboradores directos de Soraya Sáenz de Santamaría fueron algunos de los que ayer sonaron con insistencia, dada la proyección de la ya vicepresidenta del Gobierno. Así José Luis Ayllón, actual secretario general del Grupo Popular, o Álvaro Nadal, secretario de Economía y Empleo, se proyectaron en todas las apuestas y ahí siguen colocados aunque ya no con la mirada puesta en un Ministerio.
Esteban González Pons pasó el día pegado al teléfono y alguno se aventuraba a imaginar su decepción tras la comparecencia de Rajoy. De momento, se queda donde estaba, en su papel de portavoz del PP. La exministra y expresidenta de la Asamblea de Madrid, Elvira Rodríguez, aparecía bien situada, aunque al final no se sentará de nuevo en el Consejo de Ministros. Otros, con una militancia aún más antigua, pegados a la primera fila en los Gobiernos de Aznar tampoco fueron llamados por el jefe, caso del exministro de Defensa, Federico Trillo o del exsecretario de Estado de Interior, Ignacio Astarloa.
Siguiendo el rastro de la cuota de ministro joven y presencia femenina, el nombre de la consejera de Educación de Esperanza Aguirre, Lucía Figar, apareció también de forma intermitente. Rajoy dejó que siga batiéndose en la Comunidad de Madrid. Nadie —se habían barajado ilustrísimos como Piqué o Rato— se atrevió a una crítica ni a un asomo de decepción, pero todos los «ministrables» pasaron una tarde tan apurada como la de la nota de oposición.
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