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«La piel que habla»

La primera fase del proyecto cultural Soria Románica llega a su recta finaltras recuperar 35 bienes de singular importancia histórica y artística

Con la premisa de que recuperar el patrimonio monumental y artístico no supone una acción puntual sino que es una intervención integral, que implica no sólo a arquitectos, arqueólogos o historiadores, sino a los vecinos que conviven día a día con templos y bienes culturales con siglos de historia, el proyecto cultural Soria Románica cumple el próximo año su primera fase con la puesta en valor de 35 bienes monumentales entre 2007 y 2012.

El director técnico de Soria Románica, José Francisco Yunta, explica que la filosofía de hacer de las intervenciones un chequeo completo de los bienes «auscultados» pasa por unas directrices que suponen «un riguroso estudio documental, catas, restauración, recuperación de parámetros arquitectónicos y artísticos ocultos, divulgación mediante conferencias, visitas guiadas y charlas a escolares, formación de guías locales. Es decir, la puesta en valor de un bien activo para la cultura y economía de los ámbitos donde se ubican». De hecho, varios miles de personas ya han participado y conocido de primera mano esta iniciativa, que en estos momentos interviene en cuatro monumentos del sur de la provincia soriana.

El proyecto, promovido y financiado con seis millones de euros por la Junta de Castilla y León está gestionado por la Fundación Duques de Soria y cuenta con la colaboración de la Diócesis de Osma-Soria. Soria Románica forma parte de los Planes del Románico puestos en marcha por la Consejería de Cultura y Turismo, a través del Plan PAHIS de intervención en el Patrimonio Histórico de la Comunidad, que cuenta con proyectos similares en las provincias de Palencia, Burgos y Zamora. Sólo en tierras sorianas hay diseminados en torno a cuatro centenares de monumentos románicos entre templos y otros bienes artísticos.

Sin embargo, el ámbito de actuación de Soria Románica es el sur de la provincia, con una mayor concentración de estos bienes, un territorio previamente analizado en el marco del Plan Director del Románico del Sur de Soria, promovido por los Grupos de Acción Local Adema y Tierras sorianas del Cid. Este análisis previo y las propuestas de actuación han constituido la base de la programación de las intervenciones de Soria Románica.

Equipo interdisciplinar

Así se ha intervenido en templos de localidades como Alcozar, Aguilera, Almazán, Alpanseque, Andaluz, Caracena, Gormaz, Osonilla, San Esteban de Gormaz, Velamazán o Villávaro a través de un equipo interdisciplinar de arquitectos, arqueólogos, paleontólogos, historiadores y restauradores, que trabajan de manera coordinada con los departamentos de comunicación y gestión cultural. En este sentido, José Miguel Lorenzo, historiador e integrante del equipo técnico de Soria Románica, precisa que «un templo es biografía, que hay que saber leer, mantener las huellas de la historia, reconstruyéndola y recuperándola». De hecho, el equipo técnico se refiere a estas intervenciones como «la piel que habla».

Y para alcanzar ese objetivo de memoria activa, el equipo de Soria Románica trabaja con los habitantes de los municipios donde se ubican los templos y bienes del proyecto. «Antes de intervenir recabamos información no sólo documental sino también hablando con la gente de los pueblos de la zona con el doble propósito de que nos aporten información y valoren en toda su dimensión las posibilidades de unos bienes centenarios», apunta Francisca Diestro, restauradora, quien llama la atención de que «muchos han acabado llorando de emoción por lo que significa para ellos que se valore lo suyo».

Además, los vecinos suelen aportar información verbal y fotográfica sobre aconteceres pasados, caso de intervenciones, usos y costumbres relacionados con los templos a recuperar. Es más, gracias a algunos vecinos, ciertos bienes muebles han sobrevivido al expolio o el robo durante décadas de abandono y ruina de los templos al custodiarlos en sus domicilios particulares, y que gracias a Soria Románica están recuperando su esplendor y dignidad.

Un ejemplo del azote del abandono y el tiempo como desmemoria es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglo XIII), en Osonilla. La ausencia de cubierta en el templo durante décadas permitió la acción directa de los efectos meteorológicos en su interior. Esta desprotección vino motivada por el fin de uso del edificio como lugar litúrgico y su reutilización como granero o almacén, hasta su total abandono. La intervención de Soria Románica se ha dirigido, entre otras acciones, a recuperar el enlucido de las paredes interiores. Se partía de diferentes estratos y alteraciones con una patología de ataque biológico que afectaba a toda la superficie (desde el cal y canto del muro y encalados superiores, hasta las pérdidas y lagunas en diferentes estratos). El único referente es un apunte de un Calvario en el muro norte, frente a la puerta de la iglesia.

La restauración ha revelado el pincelado imitando un sillar, realizado al fresco sobre la pared, además de descubrir grafitos, representando desde caras a letras góticas. Como recuerda José Miguel Lorenzo, «las paredes hablan. Son como un códice abierto». Y de lo que hablan es que en templos pobres, como éste, la pintura era la decoración iconográfica más barata, y que a lo sumo se cubrían las paredes con cortinones. Para hacerse una idea de la atmósfera del ambiente de un templo del siglo XIII, el proyecto apuesta por una visita sin luces artificiales al objeto de lograr una ambientación y recogimiento lo más próximo a la época.

Estilo bárbaro

A partir del siglo XVI, el románico es considerado un estilo bárbaro, pobre, de menor valor, por lo que estos templos fueron modificados con los nuevos gustos y también necesidades litúrgicas sobrevenidas. Así se testimonia en la Ermita de Nuestra Señora de la Dehesa, de Velamazán. A este edificio románico se le sumó en el siglo XVIII un pequeño atrio, una sacristía y la vivienda del santero. De hecho, con la restauración de Soria Románica se ha podido constatar que tras la techumbre barroca se encontraba la estructura original de madera que se apoyaba sobre arcos de diafragma apuntados. Además, se apreció que el arco de gloria había sufrido varias transformaciones a lo largo de la historia del edificio, habiendo desaparecido el románico.

Lejos de intervenir para recuperar «una pureza» románica, los técnicos del proyecto trabajan con las directrices de que no borrar las huellas de la historia, dejando testigos de las intervenciones que transformaron el proyecto primigenio, pero dejando constancia de la esencia constitutiva del románico, estilo definitorio de la historia de la España peninsular.

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