Leonardo Faccio: «Fuera del campo Messi duerme muchas horas para no aburrirse»

—Defíname a Messi.

—Tímido, distraído... pero siempre atento a detalles importantes.

—¿Cómo es un día en su vida?

—En la entrevista que tuve con él me explicó que tras el entrenamiento duerme una larga siesta, entre dos y tres horas. Y que luego suele ir a cenar a casa de su hermano. Llama la atención la gran cantidad de horas de sueño que tiene. Se debe a que muchas de las cosas en las cuales él puede ocupar su tiempo libre le entretienen un rato pero luego le aburren. Se aburre mucho, y nadie se aburre cuando duerme.

—¿No le gusta la televisión?

—Ha seguido algunas series: «Lost», «Prison Break», la colombiana «El Cartel de los Sapos»… Pero no las acaba. Suele abandonar todo lo que elige para pasar el rato.

—De los libros, usted comenta que son para él como vecinos a los que no le gusta saludar.

—Guardiola le regaló el libro «Saber perder», de David Trueba. Le pregunté si lo había leído y me dijo que lo había empezado, pero que luego se cansó y lo dejó. Después me confesó que no le gustaba leer. Tampoco el cine.

—¿Y los videojuegos?

—Eso sí, porque puede interactuar. Tiene que ver con la esencia del juego. Participar e intentar ganar.

—¿A qué cree que se debe esa apatía por todo lo que no es el fútbol?

—Todas las personas a las que he entrevistado para el libro —alrededor de cien— coinciden en lo mismo: en la actitud entre lenta y remolona que Messi tiene fuera del campo. Creo que tiene que ver con la administración de energía, las prioridades en la vida.

—¿Qué quiere decir?

—Es una cuestión de valores. Está relacionado con la idea de pensar rápido y moverse lento. Hay un hecho que lo explica de manera metafórica: el cocinero de La Masía me dijo que Messi siempre era el último en sentarse a comer. Eso le permitía situarse en una parte de la mesa que lo dejaba junto al futbolín donde podían jugar cuando acababan. A veces la lentitud nos termina dejando cerca de donde nos interesa.

—¿Cómo era Messi de niño?

—Su maestra de Primaria organizó una actividad escolar ambientada en un bosque con animales. Los actores eran los alumnos, y cada uno de ellos adoptó el personaje que estaba acomodado a su personalidad. Messi salió a escena disfrazado de caracol.

—En clase se comunicaba con la maestra a través de una niña que le hacía de ventrílocua.

—Sí, esa niña se sentaba detrás de él. Cuando quería decir algo a la maestra lo hacía a través de ella, por su timidez. En La Masía tuvo a un compañero con el mismo rol. Tardó más de un año en comunicarse con el resto del plantel de las categorías inferiores. Hoy esa función la haría su hermano mayor, Rodrigo, quien se encarga de cocinar para él, organizar su seguridad y administrar su talento y su fortuna, junto a su padre.

—Sus profesores no recuerdan que Messi aprobara ningún examen.

—Cierto, pero nunca faltaba a clase. A él le interesaba jugar al fútbol y sabía que para eso tenía que ir al colegio. No hacía nada en clase, pero iba.