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Las asignaturas económicas pendientes para España

No habrá milagros, pero sí medidas. Mariano Rajoy manda un mensaje a Europa: nuestro país dejará de ser un problema para ser parte de la solución

Las asignaturas económicas pendientes para España AGENCIAS

maría jesús pérez

Emulando al sangre, sudor y lágrimas de Winston Churchill, Mariano Rajoy , momentos después de haber conocido la aplastante victoria electoral del partido que lidera, el pasado 20-N, prometió, ante los miles de militantes que se concentraban frente a la sede del Partido Popular (PP) en Génova, esfuerzo y unidad. Eso sí, descartó los sectarismos y perder el tiempo en asuntos superficiales al mismo tiempo que anunciaba que gobernará al servicio de todos los españoles.

El que será en breve el nuevo presidente del Gobierno en España subrayó entonces que dejaremos de ser un problema en la Unión Europea para ser parte de la solución, pero con la cautela que le caracteriza.

Lo dijo nada más saberse ganador en las últimas elecciones generales: «No va a haber milagros, no los hemos prometido. Para nadie es un secreto que vamos a gobernar en la más delicada coyuntura en que se haya encontrado España en los últimos treinta años», advertía Rajoy.

El PP y su líder obtuvieron ese histórico y simbólico día una aplastante victoria electoral, sí, pero ahora se aprestan a gobernar y a gestionar España durante los próximos cuatro años inmersos en la peor crisis económica y de empleo de la historia reciente del país. Los casi cinco millones de parados que tiene el país lo merecen.

Y es que Rajoy va a necesitar toda la artillería disponible y conocida para hacer frente a los primeros, y más inmediatos por urgentes, retos de la economía española. Y, por ende, a los interlocutores que cada uno de ellos detenta. De hecho, no tiene tiempo que perder porque los mercados, está demostrado, no suelen dar tregua a los nuevos gobiernos. Si quiere que Alemania, Francia, y el Banco Central Europeo (BCE) olviden el «bazooka» que termine por bombardear a nuestro país deberá tomar medidas de manera urgente.

Tres son, pues, los retos. Tres objetivos en el corto plazo , que sí o sí habrá que poner en marcha:

1. Reformar definitivamente el mercado laboral : Varios son los puntos aún por reformar, pero, a destacar que, por ejemplo, sin llegar al contrato único, el PP intentará reducir la maraña de modalidades contractuales que recoge la legislación actual, casi veinte tipos diferentes. Además, potenciará el contrato que puso en marcha en 1997 —el de fomento de empleo —redefiniendo sus condiciones para que sea el más usado por los empresarios. Y, reformar la negociación colectiva, para que los convenios de empresa —acuerdos dentro de cada compañía—prevalezcan sobre los del sector o los territoriales. El objetivo, reactivar la economía y comience a haber empleo.

2. Continuar con la reestructuración inacabada del sector bancario : Resolver cuanto antes los problemas de stock de vivienda que tienen las entidades financieras y solventar sus necesidades de recapitalización. Ya sea mediante un banco malo —algo que no hace mucha gracia al propio Rajoy— ya sea mediante fusiones. El nuevo Ejecutivo sigue pensando que hay saturación en el mercado y a ello hay que ponerle solución cuanto antes.

3. Consolidación fiscal para asegurar la solvencia del país y ajustar las cuentas autonómicas : En primer lugar aprobando la ley orgánica que permitirá cumplir con el objetivo de déficit, para intentar que los gastos no superen en un 6% a los ingresos y obligar a todas las comunidades autónomas a cumplir con dicho objetivo. Algo que parece viable, dada la mayoría casi absoluta de los gobiernos populares a lo largo y ancho de la geografía española.

Velocidad de crucero

Estos son los tres objetivos más inmediatos para un país que necesita recuperar cuanto antes la confianza de los mercados para poder financiar sus gastos a un tipo de interés más barato que al 7% que ha llegado a repetir en las últimas semanas más de lo debido y querido, que nos puede llevar al rescate y a la UE al caos más absoluto.

Mientras, Rajoy mantiene su propia velocidad de crucero y cumple con su calendario. No coge llamadas de nadie. Sus acólitos, tampoco. Tras la cita de este jueves, la última de sus encuentros con los interlocutores de las tres grandes reformas-objetivos, sólo piensa en Europa, cuando cerrará el primer ciclo, antes de meterse en el siguiente, el de los actos protocolarios que le lleve a La Moncloa.

No hay tiempo para demoras, ni para caer en temas secundarios, ya que lo que pretende el futuro presidente es presentar a un país «en la buena senda» para estar entre los grandes de la nueva Europa. Refundada o «arreglada». Para volver a tener el peso que teníamos antaño, Y es que el mandar un mensaje de confianza a Europa, hará que Angela Merkel y Nicolas Sarkozy apuesten decididamente por él. Éste será, entonces, su cuarto y gran objetivo. Volver a ser lo que éramos.

¿El balance de estos días? Según su entorno, «positivo», a pesar de «la inmensa presión» que sufre, tanto interna como externamente. Pero, en principio, objetivo cumplido.

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