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Paesa «resucita» en África

ABC

Francisco Paesa, el doble agente que, bajo mandato del felipismo, vendió a ETA dos «misiles trampa» para provocar el desmantelamiento de su «logística» y «contabilidad», o que traicionó al ex director de la Guardia Civil, Luis Roldán, para entregarlo a cambio de un sustacioso botín; el siniestro personaje inmerso en una interminable cadena de estafas; el diplomático usurpador que simuló su propia muerte, reaparece tras haber sido detenido el pasado 4 de octubre en Sierrra Leona, bajo sospecha de vinculación con el narcotráfico.

Tras aterrizar, junto a un sobrino y dos pilotos senegaleses, en el aeropuerto internacional de Lungi a bordo de un avión de la compañía Senegalair, fue detenido por la Policía, que quería averiguar el motivo de su viaje. El doble agente portaba pasaporte español en regla, y su sobrino, Alfonso García Paesa, documentación francesa. En su declaración, Paesa aseguró «que trabaja esporádicamente como asesor en operaciones financieras internacionales», y que viajaba a Sierra Leona «en representación de un abogado francés para verificar una partida de antigüedades» consistente en «botellas de perfume antiguas y varias máscaras de oro chinas», según consta en las diligencias abiertas. Asimismo, declaró que su intención era entrevistarse con el proveedor en el mismo aeropuerto, verificar la mercancía y regresar de inmediato a Senegal. Sin embargo, el proveedor no apareció durante los siete días que Paesa permaneció en Sierra Leona. Por su parte, el sobrino del doble agente argumentó que ejerce como abogado en Luxemburgo, y que acompañaba a su tío porque tiene mala salud —tiene 76 años— y para ofrecerle asesoramiento legal. Ambos pudieron abandonar Sierra Leona el 11 de octubre, pese a que la Policía sospecha que intentaban cerrar una operación de narcotráfico o de compra de oro. Lo hicieron en un vuelo de Air France con destino a París.

Paesa no está reclamado por la Justicia porque las causas que tenía pendientes han prescrito. Sus relaciones y contactos con turbios negocios, como el tráfico de armas, le abrieron las puertas para colaborar como espía con el Ministerio del Interior en la etapa del felipismo; su capacidad diplomática —representó a Santo Tomé y Príncipe ante los organismos internacionales con sede en Ginebra; colaboró con el dictador Macías para luego estafar al Banco Nacional de Guinea— le dieron suficiente impunidad para moverse bajo las cloacas.

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