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La crisis dispara hasta 16.000 los «sin techo» en Castilla y León

En los últimos tres años han aumentado en más de un 25 por ciento las personas sin hogar en la Comunidad

La crisis dispara hasta 16.000 los «sin techo» en Castilla y León F.ORDÓÑEZ/F.HERAS

MARÍA GAJATE

VALLADOLID

La falta de recursos y dificultades personales y sociales arrastran a las calles a miles de castellano y leoneses cada año. Carecen de una vivienda en la que resguardarse y de dinero para sufragarse alimentos o vestimenta. Es un drama que las vías públicas y los albergues atestiguan desde siempre, pero ahora el panorama ha empeorado. La situación económica del país ha disparado el volumen de gente «sin techo» en la Comunidad, que ya supera los 16.000 y que desde que comenzara la crisis, en 2008, ha aumentado en, por lo menos, un 25 por ciento. El perfil de las personas sin hogar ha cambiado y entre este colectivo se ha colado con fuerza y protagonismo una parte de los miles de parados de la región, que no consiguen remontar el duro golpe del desempleo.

«Eran padres de familia, titulados universitarios», pero la crisis se ha cebado con ellos. Lo perdieron todo y en algunos casos el drama les hizo perderse a sí mismos. «Les superó la falta de trabajo y de expectativas para encontrarlo», señala la vicepresidenta de Cáritas de Castilla y León, Carmen Calzada. Tras tropezar con el obstáculo, comienza la caída. El drama laboral se enlaza con el personal y les lleva a emprender una «ruta de ciudad en ciudad hasta que acaban en la calle si no encuentran a nadie que les frene en este deterioro».

Hace un lustro este perfil no sólo no era común, sino que no se hallaba entre las personas sin hogar. Hoy se celebra el Día de los «sin techo» en una jornada de reinvindicación que reclama acción para combatir esta tragedia que aumenta cada año y que ha pisado el acelerador por la crisis. Según las estimaciones de Cáritas, en 2008 eran 12.799 las personas que no tenían vivienda en la que cobijarse, en 2009 aumentaron hasta los 13.492 y en 2010 a 15.994. Ahora ya están por encima de 16.000 y se «mantiene la misma tendencia a la alza» del anterior ejercicio.

La fría noche, una alimentación limitada, los abusos... «muchos se dedican a malvivir». Son las trampas que esconde la calle. Por ejemplo, en la ciudad de Valladolid ocho personas «sin techo» han fallecido en lo que va de año por causas no naturales, como son ahogamientos o atropellos. Esta cifra ha descendido gracias a la implicación de instituciones y organizaciones que ponen a disposición de los ciudadanos sin hogar distintas alternativas a través de viviendas de protección o albergues. Y es que hoy en día hay suficientes opciones y «nadie tiene por qué» dormir en la calle, quien lo hace es porque «quiere». «Algunos están tan rotos que piensan que son irrecuperables».En el lado opuesto, otros muchos «aprovechan la oportunidad». Es allí donde entran en juego las organizaciones y el voluntariado del «sinhogarismo» que trata de ayudarles, motivarles y reconducirles para que recuperen su vida, o bien emprendan una nueva, pero en condiciones «humanas».

Jóvenes, mayores e incluso familias enteras se hospedan cada noche en albergues. Se levantan y desayunan en comedores solidarios en los que con suerte podrán darse una ducha. A partir de allí, comienzan en muchos casos interminables horas muertas. Sobreviven cada día con el peso de sus vidas a cuestas, literalmente. La meta es que no se olviden de que «son personas, no números» y que pueden recuperar su «dignidad».

Organizaciones como Cáritas o Cruz Roja les ofertan a los «sin techo» mucho más que alojamiento. También disponen de comedores, servicios de limpieza, ducha y consigna o programas para que dispongan de ropa —donada—, pero, sobre todo, ofrecen una mano a la que estas personas pueden agarrarse para salir del bache. Lo principal es «la motivación», se les recuerda que «la persona es lo más importante» y que tienen derecho a salir de este drama, según explica Calzada.

Reestructuración

Estos programas trabajan en la «reestructuración personal», la formación y recuperación de hábitos profesionales para una posterior integración laboral y el fomento de una cierta autonomía. En muchos casos, padecen de inadaptación y asimilan una situación de aislamiento que les lleva a tener problemas con el resto de personas con las que conviven en los albergues o centros de atención social. Hay que «reconducirles» en la convivencia para evitar una visión de que cada ciudadano «es una isla». La socialización, el fomento de las relaciones humanas o la reconciliación con la familia suelen ser las mejores vías de actuación para motivar a las personas en esta situación.

Uno de los impedimentos que tienen este tipo de organizaciones es que en su mayoría no cuentan con personal sanitario o, al menos, éste no da a basto. En los centros de salud les atienden, pero a veces tiene más «dificultades». En parte, porque carecen de tarjeta sanitaria al no estar empadronados en ningún sitio. Calzada se suma a la reivindicación abierta desde distintos frentes de permitir que estas personas puedan registrarse en una ciudad y acceder a los servicios públicos sin problemas. Un abono transporte, documento nacional de identidad, carné de biblioteca, pasaporte, son algo cotidiano en la sociedad, pero no están al alcance de muchas personas sin hogar.

Una vez más, Cáritas Española impulsa la Campaña de las Personas sin hogar en su decimonovena edición y que este año se celebrará hoy 27 de noviembre bajo el lema «Todos somos ciudadanos. Nadie sin hogar», que se enmarca en una iniciativa en la que participan decenas de entidades europeas con el objetivo de que en 2015 nadie se encuentre en esta situación.

Reclamos

Para alcanzar estas metas se plantean varios reclamos a las instituciones públicas, en especial, a las entidades locales, como son la tramitación de las solicitudes de empadronamiento para las personas en situación de sin hogar o infravivienda, para facilitar su acceso a la salud, así como a otros derechos fundamentales. Asimismo, se solicita que los puntos de información ubicados en edificios públicos, como hospitales y juzgados, tengan una diligencia especial en la atención a las personas en situación de exclusión social. Finalmente, se espera que se impulsen políticas decididas para acabar con la situación que padecen miles de personas en el país.

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