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Doña Pilar y Doña Margarita

Nacidas en el destierro, Doña Pilar y Doña Margarita sorprenden por su carácter y sus gustos sencillos

Doña Pilar y Doña Margarita

ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS

Siete son las Infantas de España: Leonor y Sofía, hijas de los Príncipes de Asturias; Doña Elena y Doña Cristina, hijas de los Reyes; Doña Pilar y Doña Margarita, hermanas de Don Juan Carlos, y Doña Alicia de Borbón-Parma, tía del Rey y madre del Infante Don Carlos. De todas ellas, son las hermanas del Rey las que crecieron en unas condiciones más difíciles. Nacidas en el exilio, Doña Pilar (Cannes, 1936) y Doña Margarita (Roma, 1939) vivieron su infancia y juventud en las dificultades del destierro en Estoril y esas experiencias forjaron en ellas una forma de ser que sorprende a quienes tienen la oportunidad de conocerlas. Por su condición de Infantas de España tienen una vocación de servicio que Doña Pilar dedica desde hace décadas a los niños sin hogar, y Doña Margarita a apoyar la cultura, pero otra parte de sus vidas se desenvuelve como la de la mayor parte de las señoras de su edad y situación, aunque están mucho más ocupadas que la media.

Campechanas y sencillas, defienden sus planteamientos con argumentos sólidos y comparten el sentido del humor de los Borbón. Las dos hermanas llaman la atención por su vida activa —que no se aplaca con los años— y por su autenticidad. Doña Pilar es, desde que falleció su madre, el alma de la familia, a la que gusta reunir en torno a su mesa casi todos los domingos, o llevar, de cuando en cuando, a sus nietos a un restaurante. En su casa se celebran las fiestas familiares más señaladas, como fueron el 40 cumpleaños de la Reina o el 70 aniversario de Doña Margarita. Cuando crea lazos, como le ha pasado con Laura Ponte, la ex mujer de su hijo Beltrán, ya no hay separación que los rompa.

Su pasión siempre han sido los caballos y era una magnífica amazona, hasta que los años la alejaron de las cuadras, pero ha seguido vinculada a la hípica durante mucho tiempo como presidenta de la Federación Ecuestre Internacional. Viuda desde 1991 de Luis Gómez-Acebo, con quien tuvo cinco hijos, a Doña Pilar le gusta pasar las

vacaciones en Mallorca, donde dispone de una casa, y viajar a Portugal para ver a sus antiguos amigos. Estos días, precisamente, se encuentra en Lisboa, al frente del Rastrillo de Nuevo Futuro.

Gran lectora y amante del campo, es el miembro de la Familia Real más accesible para los medios de comunicación, pero también corta con firmeza a los periodistas que la atosigan con cuestiones familiares o que van buscando la polémica.

«Vuelo 605»

Su hermana, Doña Margarita, aunque es invidente desde su nacimiento, ve mucho más allá que otras personas con la visión perfecta, según afirman quienes la conocen. Una de las características que más sorprenden es su capacidad para aprender idiomas, pues habla nueve lenguas. «Cosas del exilio», dice. Algunos los aprendió escuchando programas de radio extranjeros en Estoril. Desde allí seguía el programa «Vuelo 605», de Ángel Álvarez, con quien acabó tejiendo una gran amistad, y todas las semanas acudía a la tienda de discos para conocer los nuevos singles que salían al mercado. A Portugal llegaban las novedades antes que a la España de entonces.

Su buen oído la ha llevado a tocar el acordeón y el piano, pero los dejó porque le requerían muchas horas de dedicación para hacerlo bien. Y es que adora la música en todas sus facetas. Disfruta tanto un concierto de música barroca como con uno de rock duro. Sus amigas prefieren acompañarla a los primeros. Se la ha visto en conciertos de Shakira, Rihanna o Bon Jovi, entre otros muchos. Gracias a su afición a la música, se hizo muy amiga de Elton John.

Las croquetas del pueblo

Casada con el médico Carlos Zurita, tiene dos hijos: María, que tiene una empresa de traducción, y Alfonso, que trabaja en una fundación y siempre ha llevado una vida discreta. A Doña Margarita le encanta viajar y disfrutar de todas las cosas sencillas de la vida, como pasear, nadar, navegar o tomar unas croquetas en la terraza de un bar de

pueblo. En una ocasión quiso visitar las cocinas del Palacio Real, que se abrieron al público, y cuando los empleados la descubrieron haciendo cola la invitaron a pasar sin esperar. «Pero cómo va a hacer cola una Infanta de España para entrar en su casa», comentó una de las señoras que aguardaban su turno.

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