santiago
El desalojo de la sala Yago deja un rastro de contenedores quemados y lunas rotas
Una marcha no autorizada en apoyo a los okupas detenidos provocó numerosos disturbios en las calles de la ciudad durante la madrugada de ayer. Conde Roa: «No me temblará la mano a la hora de cerrar locales en los que se gesta la guerrilla»
P. ABET
El desalojo de la emblemática sala Yago provocó que, tras la intervención policial del pasado miércoles, un grupo de unas trescientas personas se echasen a la calle para mostrar su apoyo a los okupas desalojados. La improvisada marcha, que no contaba con ningún ... tipo de autorización, dejó a su paso numerosos desperfectos en el mobiliario urbano de la ciudad, entre los que se contaron contenedores quemados, cajeros automáticos destrozados, cabinas rotas y varios escaparates de comercios reventados en calles del entorno de la Plaza de Galicia y Doutor Teixeiro.
Según algunos testigos relataron a ABC, estos daños fueron ocasionados por «encapuchados que portaban objetos contundentes» y que se enzarzaron con las cristaleras de entidades bancarias y comercios cercanos al edificio desalojado».
Por su parte, fuentes policiales informaron de que los antidisturbios de la ciudad recibieron la primera llamada de alerta alrededor de las 20 horas. La central de Bomberos también registró dos salidas nocturnas, ocasionadas por el volcado y la quema de contenedores en la confluencia de la calle Sar con Pexigo de Abaixo y la Rúa de San Pedro.
Guerrillas urbanas
Horas después de los altercados, el alcalde de Santiago, Gerardo Conde Roa, aseguró que «no le temblará la mano» a la hora de emplear todos los resquicios legales a su disposición para cerrar aquellos lugares de la ciudad en los que se produce «la gestación» de acciones propias «de la guerrilla urbana».
Tajante, el popular condenó en rueda de prensa la situación originada por el desalojo de la sala Yago, que un grupo de okupas allanaron el pasado viernes. Al mismo tiempo, Conde Roa dejó claro que no tolerará que la capital gallega «se convierta en ningún escenario de guerrilla urbana ni de intento de creación de experiencias de este tipo». «Que sepan que nos van a tener enfrente sin ningún tipo de duda, y que utilizaremos todos los medios legales para evitar situaciones como la presente», dijo el regidor. Una situación que no dudó en calificar como «preocupante» y generadora de tensión en la ciudad.
Sobre el estado en el que se encuentran algunos locales santiagueses, el regidor precisó que el consistorio se afanará a la hora de incrementar «la vigilancia» en relación con determinados edificios sobre los que ya han iniciado las inspecciones. Concretando, Roa explicó que se extremará la vigilancia para que estos inmuebles tengan todos los papeles y licencias municipales en regla y, en caso de no ser así, «cerrarlos si existe el mínimo resquicio legal». «Vamos a revisar uno a uno aquellos locales en los que entendemos que se produce la gestación de este tipo de acciones», sentenció el alcalde, no sin antes advertir que «el casco viejo de Santiago no es el casco viejo de San Sebastián».
En la misma línea se manifestaron los grupos de la oposición en la capital, que también condenaron los incidentes acontecidos. En este sentido, además, el socialista Xosé Sánchez Bugallo (anterior alcalde de la urbe) reconoció que «desde hace quince años en el ámbito de Santiago hay grupos muy minoritarios que protagonizan puntualmente actos ilegales». Unas formaciones que Bugallo vinculó con el «anarcosindicalismo, por una parte, y con el nacionalismo ultraradical, por la otra».
Tras la revuelta, fuentes del consistorio santiagués anunciaron que este órgano se personará en las diligencias contra los detenidos como acusación particular, con el fin de «reclamar responsabilidades» a los causantes de los daños producidos por estos actos vandálicos.
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