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hojas de antaño

Búnkeres en La Laguna (1)

En plena Segunda Guerra Mundial, se previó la construcción de cinco refugios subterráneos en la ciudad de Los Adelantados

roberto merino martin

España estaba en ruinas, invertebrada como el patio de un colegio en pleno julio, pero el mundo en 1940 se había vuelto tan loco como este país cuatro años antes. La España fascista de Franco era, oficialmente, neutral. Pero a estas alturas sabemos que lo oficial, casi siempre, dista mucho de lo real. El conflicto más grande de la Historia, la segunda guerra mundial, reorganizaba el futuro del planeta. Una lucha depredadora entre tres formas de concebir el mundo: las democracias capitalistas, el comunismo de Stalin y los fascismos de Hitler y Mussolini. El enemigo a batir era esa especie de Frankenstein que proponía un sistema radicalmente nuevo. Las masas alemanas, italianas, austriacas, croatas, húngaras… se sentían fascinadas por la figura de un caudillo que guiara a sus respectivas patrias hacia una especie de Arcadia soñada. Un discurso teleológico, finalmente, que proporcionara optimismo en la depresiva sociedad europea de entreguerras. Un discurso que mamaba de las fuentes de los románticos del siglo XIX, sí, pero también una forma revolucionaria de concebir la política que aterrorizó a los sistemas democráticos durante un puñado de años.

Pese al neutralismo oficial, Francisco Franco había tomado partido. Nazis y fascistas habían coadyuvado en la victoria de los Nacionales. El bombardeo de Guernica o la aportación de militares italianos a la causa franquista así lo atestiguan. Hoy, los historiadores ya han demostrado que España favoreció al Eje, incumpliendo sus obligaciones como Estado neutral. Pero es que el gobierno franquista estuvo a punto de entrar en la Guerra cuando parecía inminente la derrota de los Aliados. Había proyectos ofensivos, tales como atacar el protectorado francés de Marruecos, y defensivos para las zonas más vulnerables del territorio español. ¿Cuáles eran los territorios más débiles? Baleares y Canarias, evidentemente.

Había que preparar a la población isleña ante un posible ataque aéreo de los Aliados. Y por eso, en 1940, se creó en La Laguna la Junta de Defensa Pasiva Antiaérea, que tenía proyectada la construcción de cinco refugios subterráneos en el subsuelo del casco lagunero. Los documentos de constitución de la Junta, las circulares sobre los pormenores de las obras y los planos de los búnkeres se encuentran en el Archivo Municipal de La Laguna.

En Aguere vivían, según estimaciones de la época, unos 30.000 habitantes entre el Casco y los Pagos; un tercio de éstos se ubicaba en el Casco. El proyecto era ambicioso: pretendía asistir a los 10.000 ciudadanos del casco en caso de un ataque aéreo, “Los vecinos de los Pagos y de la periferia del casco, pueden protegerse en el campo y algunas galerías o cuevas naturales que existen”, decía la Junta antiaérea. Para evacuar a tanta gente, el proyecto dividió el casco lagunero en cinco zonas estratégicas. Se preveían construir, por tanto, cinco refugios.

Así, la ciudad que hoy es Patrimonio de la Humanidad a punto estuvo de convertirse en un fortín defensivo. Las zonas estratégicas delimitadas en el proyecto se correspondían con las siguientes: 1.- Catedral. 2.- Concepción. 3.- Adelantado. 4.- Viana. 5.- Remojo.

Como puede contemplarse en uno de los planos, el refugio de la Catedral pretendía situarse en la propia plaza catedralicia. Tenía forma de U y “se establecen dos entradas, una en la calle de Obispo Rey Redondo y otra en la calle de Bencomo”. Ningún detalle se había pasado por alto en el proyecto: “El refugio contiene además del espacio principal para la circulación y estancia de los refugiados, de los respectivos servicios de retrete para ambos sexos convenientemente separados, de un local independiente para dormitorio de varones, de otro análogo distanciado del anterior, para hembras, de otro local independiente para enfermería y botiquín para casos de urgencia y del puesto de mando con entrada independiente”. Su capacidad era para 2.200 personas, pero cabían “4.500 personas en caso de necesidad”. Todo estaba calculado, desde las dimensiones de los retretes hasta las habitaciones (separadas) del puesto de mando. La profundidad entre el nivel de la calzada en la vía pública y el del pavimento del refugio era de 7,20 metros. “Esta distancia se salva mediante los 45 peldaños de las respectivas escaleras”. (Continuará)

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